Laboratorio de Patrimonio Urbano

«De moldes y molduras. Arqueología de los sistemas de producción de ornamentos arquitectónicos en Buenos Aires (1900-1930)»

Director: Girelli, Francisco.

El presente proyecto inició en el año 2019 cuando recibimos en el Centro de Arqueología Urbana la donación de un conjunto de moldes, contra-moldes y ornamentos de fachada de principios del siglo XX. Los mismos habían pertenecido a un antiguo taller de escultura, que en los últimos 100 años había cambiado varias veces de propietario. Con los cambios en la sociedad y en las demandas arquitectónicas posteriores al movimiento moderno, el taller pasó de una primera etapa dedicada a la producción de ornamentos arquitectónicos para luego orientarse hacia el equipamiento de jardines y piezas del tipo conmemorativa, como bustos, placas y otras.

Estos cambios también se vieron reflejados en varias mudanzas del taller, siendo su último destino un galpón en la localidad de Don Torcuato, Provincia de Buenos Aires. Sus últimos propietarios fueron quienes se contactaron con el CAU, así como con otras instituciones, al verse en una situación de desalojo y buscando un buen destino para los cientos de piezas.[1]

Vista de algunas de las piezas y moldes en el galpón de Don Torcuato antes de su traslado. Foto: 2019.

Primer abordaje

Luego de una primera visita al taller, procedimos a estimar la antigüedad de las piezas que suponíamos eran contemporáneas al uso de ese tipo de ornamentos en la arquitectura historicista, por lo tanto no tendrían que ser posteriores a la década de 1940 o 1950. Sin embargo, no poseíamos ni el nombre primitivo del taller ni fechas precisas en las cuales basarnos. Se realizó una primera selección de piezas, las cuales se encontraban bajo un centímetro de polvo, para su traslado al CAU y evaluación luego de su limpieza.

A partir de este primer acercamiento se determinó que el conjunto tenía un gran valor histórico y se realizaron distintas etapas de selección y traslado de piezas. Esto derivó en la creación de un nuevo espacio dentro del CAU, denominado Laboratorio de Patrimonio Urbano, dedicado a la investigación en torno a los sistemas de producción de la arquitectura ecléctica e historicista de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. El espacio fue inaugurado en noviembre de 2019, en el marco de la última edición presencial de “La Noche de los Museos”.

Además de los moldes rescatados del taller se pudieron recuperar algunos documentos, planos y herramientas originales. Algunos de esos planos contienen detalles constructivos que muestran el proceso de producción entre el estudio de arquitectura y la ejecución de la obra. Se trata de un registro que vincula el trabajo del frentista y el taller de escultura, mostrando cómo el diseño del arquitecto se materializa con los premoldeados que dispone el taller, es decir, es el eslabón entre el proceso proyectual de diseño y la ejecución en obra del constructor.

Detalle de uno de los planos de obra realizados por el taller que muestra la disposición de los distintos premoldeados para lograr el diseño del arquitecto

Ejes de investigación

Con respecto a las distintas líneas de indagación que se plantearon, tenemos por un lado lo relativo a la historia del taller, y por otro, las que surgieron a partir del abordaje directo sobre las piezas. Uno de los moldes, un capitel de estilo bizantino, presentaba una inscripción con la leyenda: “DG” “San Juan 1146”, que a priori identificamos como la dirección de destino de ese ornamento. Sin embargo, luego encontramos que en esa locación había funcionado el taller de Davino Girolami, un reconocido escultor de principios de siglo XX. Un artículo en la revista “Caras y Caretas” lo nombra como uno de los principales talleres de escultura comparada y producción de calcos de yeso, pero cuya especialidad no eran los ornamentos arquitectónicos[2]. Siendo esta la única pieza que encontramos con esa inscripción, pensamos que pudo ser una encomienda o adquirida por nuestro taller al de Girolami para ser copiada. Esto abrió la puerta pensar la circulación de moldes en la época y no restringir las piezas de cada taller a las que cada uno ofrecía en sus catálogos.

Otro dato para continuar en ésta línea, a pesar de ser tardío, surgió de una serie de remitos de la década de 1940 que hallamos entre la poca documentación que se recuperó junto a las piezas. Estos registraban la venta de esculturas decorativas, con membrete a nombre de Nicolás Giuliani, e indicando un depósito en la localidad de Vicente López, al norte de la ciudad de Buenos Aires, y una oficina comercial en Capital Federal. Esto concuerda con el relato oral de los últimos propietarios quienes referían a que las piezas habían estado en Vicente López antes de su traslado al galpón de Don Torcuato. En la dirección correspondiente al depósito, actualmente hay una construcción moderna y no tenemos registro de cómo era este antiguamente. Respecto a Junín 1492, la dirección que figuraba como oficinas de ventas en Capital, allí se conserva todavía una construcción de dos plantas de principios de siglo XX. Consultando una guía de 1922, Anuario de Arquitectura e Ingeniería de la República Argentina, encontramos que en esa dirección funcionaba el taller de escultura de Ernesto Riganti. Pudimos determinar así que este fue el taller primitivo de donde provenían las piezas. Desconocemos sin embargo cuándo fue adquirido por Nicolas Giuliani, suponemos que a principios de la década de 1940.

La construcción de la calle Junin presenta en su frente ornamentos del tipo que producía el taller, por lo que incluso pudo haber sido construida por el mismo Riganti. Por medio de algunas fotografías de la década de 1990, observamos que la fachada era más ornamentada y que fue transformada alrededor del año 2000, donde se perdieron varios detalles y molduras. Una de las tareas que estamos llevando a cabo es la reconstrucción digital del frente primitivo y un cruce entre sus ornamentos y las piezas rescatadas del taller. En la planta baja sabemos que funcionaba un gran salón de ventas, en la planta alta había una vivienda, y en el subsuelo un depósito. Actualmente no quedó ningún vestigio de la decoración original del interior del salón de planta baja, ya que fue totalmente remodelado por el supermercado que allí funciona.

Otra de las líneas de investigación que estamos trabajando, aborda el reconocimiento de los premoldeados y ornamentos en edificios existentes en la ciudad, lo que podría brindarnos información sobre la relación entre arquitectos, constructores y el taller. Para el caso de un mascarón con un rostro femenino, cuyos rasgos facilitan su identificación, lo pudimos encontrar a la fecha en cuatro edificios distintos, que a su vez corresponden a estilos diversos. Esto sigue claramente la lógica eclecticista donde cada pieza se conjugaba libremente de acuerdo a decisiones del arquitecto, del constructor y la disponibilidad de piezas en el taller de escultura.

Como último punto de abordaje, nos centramos en el trabajo y experimentación con las técnicas tradicionales de producción de ornamentos, fundamentalmente sobre los materiales utilizados, mezclas, desmoldantes y moldes blandos.

Proceso de producción y ensayo de materiales.

Equipo de trabajo: Francisco Girelli, Florencia Roa, Martín Nerguizian Raris, Catalina Ugarte, Lorenzo Iannuzzi, Juan Cruz Balbarrey, Soledad Pintos, Victoria Fernández, María Martina Juan, Santiago Vidal Pouchan.

Contacto: arqueologia@fadu.uba.ar

NOTAS

[1] Caras y Caretas,  N° 961, 03 de marzo de 1917, p.63.

[2] Nuestro agradecimiento a Natalia Díaz Tieghi y Mónica Terenzi, y a Marcelo Magadán por hacer el contacto.