«La utilidad de la evidencia etnohistórica en problemáticas de arqueología histórica: el caso del matadero en Parque Patricios»
El artículo «La utilidad de la evidencia etnohistórica en problemáticas de arqueología histórica: el caso del matadero en Parque Patricios» de María Eva Bernat y Cynthia Riquelme ha sido publicado en “Arqueología Histórica Argentina”, Actas del 1er. Congreso Nacional de Arqueología Histórica, pps. 331 – 340, Editorial Corregidor, realizado en la ciudad de Mendoza entre los días 9 al 11 de noviembre de 2000, ISBN 950-05-1438-9.
Dónde estás, Corrales Viejos
cuna de grandes varones,
rincón de mis emociones,
refugio de mi niñez…
Radicci-Laino-Aieta
En este trabajo pretendemos utilizar las técnicas de la etnohistoria, y así resaltar su importancia en problemáticas de arqueología histórica, necesarias principalmente durante las etapas preliminares de la investigación, ya que creemos en la importancia de acompañar toda investigación arqueológica con documentación histórica lo más completa posible.
Tanto la antropología como la etnohistoria, buscan reconstruir el pasado pero a partir de fuentes y metodologías diferentes. La Arqueología utiliza información que proviene del análisis de datos vigentes en el pasado (objetos materiales y observación en el terreno de las modificaciones del medio como consecuencia de la ocupación humana). La etnohistoria, por otro lado, enfoca la reconstrucción del pasado a partir de la información escrita de diversos orígenes. Además, «los enfoques interdisciplinarios no nos deberían atemorizar en cuanto a una posible pérdida de independencia de la antropología, pues es de esa manera como se enriquecen las conclusiones de cualquier estudio posible.» (Naccuzzi 1987:173)
En consecuencia, para un estudio completo de arqueología histórica se necesita complementar ambas disciplinas; el resultado es una reconstrucción más extensiva del pasado. Como dice Kern (1995:7): «Las, actividades de investigación que tienen como objetivo descubrir el pasado de la humanidad (…) envuelven a arqueólogos e historiadores. Aparentemente estas ciencias están muy alejadas entre sí pero comparten muchos problemas semejantes» (1).
Para la etapa de investigación histórica del Proyecto Arqueológico Parque Patricios se utilizaron varias fuentes escritas que proporcionaron gran información sobre el matadero, eje fundamental de la investigación, y además se realizó la superposición de planos antiguos y fotografías aéreas, que nos brindan información sobre la ubicación de rasgos arqueológicos, y en el caso concreto de Parque Patricios, ubicado en Capital Federal, la identificación de estructuras pertenecientes al antiguo matadero, trasladado en 1901 al barrio de Liniers.
El proyecto arqueológico Parque Patricios
El Proyecto Arqueológico Parque Patricios se viene realizando desde noviembre de 1995 como una alternativa dentro del Proyecto de Recorrido de las Plazas del Sur de Buenos Aires, y pretende de manera preliminar relevar el potencial arqueológico de un espacio en el cual se han sucedido un sinnúmero de eventos históricos de gran importancia para la Ciudad de Buenos Aires.
Suponemos que las investigaciones arqueológicas en sitios históricos no sólo pueden presentar un ordenamiento de eventos ubicándolos temporalmente, sino que también pueden ofrecer una explicación de la ocurrencia de los mismos. Esto se logra a través de la comparación del análisis de los materiales arqueológicos y de los documentos; por lo tanto el objetivo principal de nuestro trabajo se ha centrado en la recuperación de los restos materiales para poder estudiarlos y contrastar esta evidencia con la que nos presenta la historia escrita.
Para poder expresar las similitudes y diferencias observadas en el registro arqueológico y explicar los procesos que provocan cambios y diversificaciones en los modos de vida, los arqueólogos nos valemos de una gran variedad de fuentes de información: arqueológicas, históricas, etnográficas o de archivo. A partir de estos datos es posible evaluar las ideas acerca de la dinámica del comportamiento social pasado y los procesos de desarrollo social (Fournier, 1990:15). Partiendo de esta base hemos creado un equipo interdisciplinario que se ha encargado de distintos aspectos del trabajo, tales como investigación histórica, recorrido de superficie, relevamiento topográfico, etc.
A través del trabajo arqueológico se pretenden conocer los procesos de transformación de sitio, desde la creación del matadero hasta la actualidad. Además, intentaremos identificar la cultura material de la gente que trabajaba en el matadero así como sus hábitos y costumbres. El estudio de los restos óseos y de cuero nos permitirá avanzar en el conocimiento de prácticas industriales y de faenamiento de la que hoy sabemos muy poco en la historia urbana. A través del estudio antropológico pretendemos reconstruir y comprender el origen histórico social de uno de los barrios más antiguos de Buenos Aires.
Algo sobre el Matadero (2)
LOCALIZACIÓN Y ANTECEDENTES HISTÓRICOS
El Parque de los Patricios se localiza al sur de la ciudad de Buenos Aires, entre Avenida Caseros, Monteagudo, Uspallata y Av. Almafuerte. De acuerdo con Guillermo Furlong en sus límites Pedro de Mendoza realizó la primera fundación de Buenos Aires (Meseta de las Carretas), instalando el Real Santa María del Buen Ayre, a principios de 1536. Dice Guillermo Furlong:
1° La primitiva Buenos Aires, fundada por Don Pedro de Mendoza, no estuvo a la par del Río de la Plata.
2° Toda la documentación nos dice que se estableció tierra adentro a cuatro millas del Río de la Plata, y a medio, o a cuarto de milla al norte del Riachuelo.
3° De acuerdo al conjunto de noticias que nos han dejado los cronistas (3) así como la información que nos proporcionan los documentos de segunda mano, aquella Buenos Aires estuvo Riachuelo arriba y dentro de lo que es el perímetro de la actual ciudad de Buenos Aires, en la parte sur de la misma, pero sobre la ribera izquierda o norte de dicho Riachuelo, en un punto cercano al actual Puente Uriburu, en el Barrio Parque de los Patricios
Al parecer esta meseta sirvió, en 1853, como asiento a 600 hombres de la caballería del Coronel Hilario Lagos (Alfonsín. 1972:2).
El crecimiento de la ciudad obligó al alejamiento del centro a los lugares de matanza y faenamiento, estableciéndose en zonas aledañas. «No por azar existieron en estos pagos los Mataderos del Sur y los Corrales Viejos: amplias zonas despobladas, con tierras altas, cercanas a la ciudad, inmediatas al Riachuelo y atravesadas por caminos que comunicaban el sur y el suroeste de la provincia productora» (Alfonsín 1972:5). El primer matadero instalado en la zona se ubicaba en el trapecio delimitado por las actuales Av. Alcorta, Caseros y Baigorri (actual Plaza España), designado como el del Alto de la Convalecencia.
Más tarde, hacia 1866, se plantea la posibilidad de trasladarlo, a media legua hacia el sur de la ubicación anterior (actual Parque Patricios). Que comparado con el de la Convalecencia, el nuevo matadero era un establecimiento moderno y funcional. La Municipalidad creó una comisión que se ocupó de buscar el lugar adecuado, que debía «ser una zona alta y de fácil acceso para los arreos del ganado»; así fue como se eligió la «Meseta de las Carretas». Hubo, entonces, que encargarse de la adquisición de los terrenos, con lo que las arcas municipales quedaron agotadas, por esta causa se hizo necesaria la cobranza de un arancel de seis pesos por cabeza de ganado ingresada al matadero, durante cerca de diez arios. La epidemia de fiebre amarilla de 1871 agilizó los trabajos de construcción pero no lo suficiente y en noviembre de 1872, aún sin estar terminado, debió ser inaugurado el nuevo matadero.
El complejo tenía su lado mayor paralelo a la calle Caseros. Ocupaba una superficie de 126.500 m2 dividido en dos zonas: una rectangular, más grande, dedicada al ganado bovino, y otra más pequeña para ovinos y porcinos.
Cincuenta metros al oeste de la hoy calle Monteagudo se encontraba el edificio de la administración, construido en dos plantas. «Un gran playón central de 80 metros de largo, paralelo a la calle Caseros, a continuación del edificio administrativo, circundado por las galerías de la matanza, con piso de material asfáltico, era el lugar de estacionamiento y carga de los carros transportadores de carne a la ciudad» (Marín 1995:42). En el ángulo nordeste se localizaba la comisaría, que según parece era el único edificio bien construido dentro del complejo. Los restantes eran largos galpones techados a dos aguas, con tejas francesas, que rodeaban la playa de faenas (Llanes 1974:14). En el centro del gran playón se encontraba un gran tanque de reserva de agua, que demostraba ya un marcado progreso. El ganado ingresaba por la calle Almafuerte. Por la calle La Rioja un portón era la única entrada de carros. El personal entraba al amanecer: el tranway lo dejaba en la puerta, servicio que además transportaba la carne.
Ciertos historiadores mencionan que dentro del matadero se encontraban cuarenta corrales cercados con postes de ñandubay donde se afincaron abastecedores y consignatarios que ayudaron al progreso local; firmas importantes como: Devoto, Balbiani y Cía., Calvo y Cobos, Leandro Lynch, Martínez de Hoz y Monasterio, Salaberry y Errecareberde, Antonio Talavera, Herrera Ruiz y Garat, etc. (El barrio de los Corrales Viejos, p. 4), que destinaban cueros y carnes a la exportación.
El matadero se mantuvo en este sitio hasta 1901, año en que tuvo que ser trasladado al barrio de Liniers. Estos mismos terrenos fueron el escenario, el 21 de junio de 1880, de la sangrienta Batalla de los Corrales, enfrentamiento entre el bando encabezado por Carlos Tejedor, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, contra las tropas nacionales del presidente Nicolás Avellaneda (Llanes Op. Cit.:36). Estas tierras se fueron conformando como barrio hacia 1860 cuando se establecieron los mataderos, cuyos alrededores se poblaron de ranchos dispersos. Justo P. Sáenz escribió, en 1895, que la edificación cercana a los Corrales era muy escasa y esparcida, aunque sobre la calle La Rioja, de Caseros hacia el norte, había tres manzanas de casas unidas y frente a la Plaza Coronel Pringles algunas fincas. Hacia 1887 existían sólo dos caminos en las inmediaciones del matadero, que nacían en la calle Caseros y llegaban a la plaza 11 de Septiembre (actual Misserere), estas eran la calle La Rioja y De la Caridad (actual General Urquiza) (Llanes, Op. Cit.:13).
Este pequeño barrio, ubicado en las afueras de la ciudad, fue creciendo y cambiando su fisonomía con la llegada de diferentes afluentes de inmigrantes que venían buscando trabajo; si bien no todos fueron empleados en el matadero, sí encontraron lugar en las fábricas de bolsas, velas, sebo, grasería, curtiembres y saladeros, que poco a poco se iban estableciendo en esta área. Junto a ellas fueron apareciendo pulperías con dependencias hoteleras, peluquerías complementarias de fondas o herrerías con anexos tenderiles o almacenes similares a los del interior del país, caracterizados por el extenso surtido de mercancías (Marín 1995:44). Muchos de estos inmigrantes eran hombres solos que venían a establecerse y juntar el dinero necesario para posteriormente traer a sus familias de Europa. Esta situación propició que, tanto en el puerto como en las zonas suburbanas, como el barrio del matadero, se concentraran casas de citas y burdeles, que acentuaron la imagen del barrio del arrabal, residuos de toda la ciudad el llamado “tren de la basura”. Esta población fue creciendo hasta llegar a finales del siglo XIX a cerca de tres mil habitantes. Jules Huret, escritor francés que estuvo de visita en Argentina en esa época, dejó un jocoso retrato de este hacinamiento:
“…Una arquitectura que puede jactarse de original es el estilo ‘lata de kerosene’. No se ven más que casas construidas con zinc: muros, techos, puertas y columnas resplandecen con mil fuegos al sol.” (Marín 1995:53)
Entre 1907 y 1912 la Municipalidad intervino al «pueblo» para desalojar a sus pobladores y destruirlo para mejorar el aspecto del barrio. El 12 de septiembre de 1902 fue creado por orden municipal el Parque de los Patricios, con una superficie de 101.210 metros cuadrados, considerado como un paseo similar al de Palermo y de fácil acceso para los vecinos del lugar. Este hecho debió ser de gran importancia en la zona, aspecto que podemos deducir de los artículos publicados en varios periódicos de la ciudad; entre ellos el diario La Prensa publica el 27 de enero de 1913:
“El vecindario de la parte sudoeste de la capital contará con un lugar de recreo que, si bien no tendrá la importancia de Palermo, constituirá en reducida escala un hermoso paseo, digno de ser frecuentado. Nos referimos al parque de los Patricios, el cual después de los arreglos generales que realiza la Municipalidad, quedará completamente transformado.”
Aquí mismo, se establece en 1914 un vivero con especies exóticas y, en 1921, se instala el Zoológico del Sud, del cual sólo se conserva una estructura denominada, originalmente, Templo de Vesta.
Metodología
En nuestro país, la enseñanza de la historia gira más bien en torno a las celebraciones conmemorativas que sobre un conocimiento completo, objetivo y analítico del pasado (Lorandi 1993:81). Es por ello que buscaremos ese pasado por caminos distintos, ya sea por el de la arqueología, ya sea el de la historia, porque estamos de acuerdo con Moniot (1974:121) cuando dice que los medios de investigación histórica son los materiales documentales, y la actividad intelectual (problemática, crítica…) ambos imbricados de forma indisoluble y continua.
La etapa de investigación histórica surge a partir de que pensamos que el trabajo de archivo y el análisis exhaustivo de documentos antiguos es fundamental para auxiliar los trabajos de arqueología histórica, ya que consideramos que la etnohistoria es una herramienta que sirve para auxiliar, comparar y corroborar todas las evidencias arqueológicas que vayan surgiendo.
Pensamos, como Jiménez Núñez (1972:171), que el trabajo de archivo se puede comparar con la minuciosidad de una excavación arqueológica, el antropólogo que se acerca a un archivo, al igual que el arqueólogo, busca datos para conocer e interpretar el pasado. El éxito de su trabajo depende de la forma de «excavar» en el lugar más apropiado. Debido a la gran cantidad de eventos que han ocurrido en los terrenos donde se halla el Parque Patricios, nos pareció extremadamente importante realizar la investigación histórica ya que debería proporcionar una gran cantidad de datos sobre la evolución edilicia, cultural y social, no sólo del barrio, sino también de la ciudad.
A través de esta investigación, pretendemos comprobar si analizando documentos referentes a las estructuras primeras que se hallaban en el Parque y acerca de los primeros habitantes de este lugar, podemos descubrir una relación entre éstos y la identidad actual del lugar, es decir, si esta identidad se ha visto influida y diseñada por su pasado; dado que las técnicas de la antropología no sólo dan cuenta de los procesos de formación de las diferentes identidades en el pasado o de sus estructuras supervivientes, sino que además demuestran que esas identidades diseñan el futuro (Lorandi, 1992:8).
Enfocamos nuestra investigación principalmente sobre la documentación encontrada en el Archivo General de la Nación, en la Biblioteca del Concejo Deliberante de Capital Federal, el Instituto de Arte Americano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, etc. Estos documentos están comprendidos por las publicaciones de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, actas municipales, textos históricos y literarios, grabados, ilustraciones, pinturas y planos. Primeramente, realizamos un estudio minucioso, ario por ario ya que su importancia así lo requería, de los informes de los administradores del matadero a la Municipalidad, que se encuentran en las Memorias Municipales. En estos informes pueden verse todos los acontecimientos y situaciones (implícitos y explícitos) por los que transcurrió el matadero desde su formación hasta su traslado definitivo.
De todos los datos que extrajimos de ellos, pudimos obtener información valiosa referente a las costumbres en la alimentación de la ciudad de aquella época; el itinerario de las reses, es decir si se importaba y/o exportaba carne, la manera de faenar, las condiciones de higiene, las construcciones edilicias y el tipo de gente que realizaba estas tareas. Toda esta información, ya importante en sí misma, nos habla de la situación general por la que pasaba la ciudad en aquellos tiempos tan trascendentes debido a que se estaba produciendo la formación del Estado, con todo lo que esto significó: batallas, rebeliones, enfrentamientos entre unitarios y federales, epidemias y prohibición en el comercio tanto individual como público.
Un ejemplo de lo anterior puede verse en la diferencia que hay entre los documentos históricos de primera mano, como son los informes de los administradores del matadero, y los textos histórico-literarios. Estos últimos presentan al matadero como un lugar de desorden, suciedad y «muerte salvaje», además del carácter de símbolo político que adquiere a partir de la lucha contra la prédica rosista. Los muros del matadero, según estas fuentes, marcan la frontera entre civilización y barbarie. Esteban Echeverría en su obra El Matadero (1975:82), cita al referirse a éste, «reunía todo lo horriblemente feo, inmundo y deforme de una pequeña clase proletaria peculiar del Río de la Plata». Además, hace alusión a la falta de higiene, a la figura del carnicero cuchillo en mano, sucio y embadurnado de sangre y a la falta de seguridad que reinaba en el lugar.
Puede verse, sin lugar a dudas, cómo las ideas políticas impregnaban la mente del autor, y muchas veces distorsionaban la realidad de manera exagerada, porque, al comparar esta información con la de las fuentes de primera mano, vemos que la situación es muy diferente.
Sin duda, el personal que trabajaba en el matadero pertenecía a las clases más humildes de la sociedad, y sabemos que en sus inmediaciones vivían maleantes y prostitutas, sumado a la cercanía de la quema de basura, el barrio de las Latas y el de las Ranas que lo conformaron como barrio de arrabal; también son varias las fuentes que hacen referencia a la miseria del lugar. Sin embargo, la posición de Echeverría, nos parece muy extrema, mostrándonos una visión empañada por sus inclinaciones políticas. Existe una gran diferencia, que no podemos obviar, entre los maleantes de los alrededores del matadero, que se dedicaban a robar, y el personal que trabajaba dentro, gente pobre que lo único que hacía era trabajar para poder mantener a su familia.
Tampoco debemos dejarnos llevar por la fidelidad de los informes de los administradores, ya que tenían un deber que cumplir y un superior a quien responder, por lo tanto a pesar que encontramos una cantidad de aspectos positivos, no podemos olvidar que éstos tenían que estar lo más correcto posible. Lo que intentamos con nuestro estudio es encontrar la posición más cercana a la realidad, el punto medio; esto trataremos de lograrlo recopilando y comparando la mayor cantidad de información posible y para así llegar a la conclu-sión más fidedigna.
Análisis comparativo de planos y fotografías
Esta etapa de la investigación surge de la problemática dada en Parque Patricios al momento de realizar los pozos de sondeo; los cuales en primera instancia fueron seleccionados a partir de la concentración de materiales en superficie, información que nos fue brindada por los mapas de distribución de material realizados en un estudio preliminar de recorrido de superficie. Somos consientes que los materiales de superficie no necesariamente son reflejo representatividad del material (Gándara 1981). Un ejemplo de esto lo encontramos en Parque Patricios.
El material arqueológico recuperado podemos ubicarlo entre los siglos XVIII y XIX, este es similar al que se ha obtenido en la etapa de recorrido de superficie y puede ser clasificado en los siguientes dos grupos: el primero constituido por los objetos de la vida cotidiana, botellas de cerveza, agua mineral, ginebra, frascos de conserva, tinta, brillantina y las vajillas conformadas por fragmentos de loza blanca de diversos tipos y porcelanas. El grupo del vidrio lo constituyen fragmentos de botellas, copas, figuritas, botones, bolitas, frascos y vidrio plano. Se encontraron algunos objetos de metal, entre los que se puede señalar herraduras y ganchos, que posiblemente procedan de los trabajos en el matadero. El segundo grupo está compuesto por el material de construcción, formado por loza y porcelana sanitaria, accesorios eléctricos (loza y porcelana), tejas, caños y baldosas.
A partir de estos resultados, nuestro estudio tomó una nueva vía de análisis que tuvo como base dos hipótesis fundamentales:
Por un lado, la información histórica nos proporcionaba datos que corroboraban la presencia de un matadero del cual solo obtuvimos indicadores arqueológicos en 3 pozos.
Por otro lado, sabemos de los constantes rellenos y transformaciones que se producen en la ciudad de Buenos Aires como consecuencia de sucesivas nivelaciones.
Esta segunda hipótesis, si bien no la hemos descartado, nos parece menos apropiada debido a la ubicación estratégica del parque que, como hemos mencionado antes, se encontraba sobre una barranca; también sabemos que la zona sur de Buenos Aires ha sido la menos afectada con estas nivelaciones aunque esto sólo podremos comprobarlo con la realización de futuras excavaciones arqueológicas. Decidimos continuar nuestra investigación basándonos en la existencia del matadero en el Parque, comenzando el estudio de planos y fotografías aéreas antiguas y actuales; la superposición de ambas fuentes y su análisis nos permitió aclarar el resultado obtenido durante los sondeos.
Los planos utilizados van desde la época del Matadero (1870) hasta principios de este siglo (1920), y que corresponden a los archivos de Aguas Argentinas y archivos municipales. Las fotografías utilizadas son de tipo blanco y negro y corresponden a los arios 1925 a 1997; son de baja altitud, a escala 1:4000. Una de las ventajas que nos proporciona el análisis de imágenes es el acercamiento al terreno y la visión sinóptica que ésta permite sobre los objetos y su distribución espacial sobre la superficie.
La metodología implementada en el análisis de las fotografías aéreas es la propuesta por el licenciado Jorge A. Gebhard. Ésta nos pareció la más apropiada y de fácil utilización en la resolución de problemáticas arqueológicas referidas sobre todo a las primeras etapas de la investigación. A continuación enumeraremos brevemente los pasos que consideramos más importantes en nuestro estudio: el análisis de las aerofotografías debe proceder de los aspectos generales a los específicos y su interpretación requiere de la utilización de un método deductivo. En nuestro caso, consistió en demarcar zonas que nos eran conocidas dentro del Parque, como estructuras pertenecientes al zoológico instalado en 1921, del cual sólo se conserva una de las edificaciones correspondientes al Templo de Vesta. También nos fue de gran utilidad la identificación de calles y la demarcación de una zona compuesta por una serie de líneas paralelas comprendidas entre las calles Loria y Pepirí. Este proceso fue aplicado a ambas fotografías, permitiendo observar así los cambios sucedidos a lo largo del tiempo en el Parque. La imagen está compuesta por patrones regidos de acuerdo a la variación tonal, en nuestro caso varían en la gama de los grises claros a oscuros; estas diferencias expresan eventos que se han sucedido en el terreno y su observación cuidadosa permite detectar diferencias en el terreno que pueden estar indicándonos las áreas culturalmente alteradas.
Esta variación fue lo que nos permitió identificar en la fotografía de 1925 la localización exacta, aunque ya no existían para esta época, de los viveros instalados en 1914 como tonalidad blanquecina correspondían a los surcos dejados entre las plantaciones arbóreas. Esta información pudo ser corroborada por la evidencia histórica que nos proporcionó la investigación en archivo. También a partir de esta foto pudimos saber un poco más acerca de la distribución espacial de las estructuras que pertenecieron al Zoológico del Sur.
La ubicación del trazado de las calles en la fotografía aérea actual y en un plano de 1895 fue lo que nos dio la pauta para la interpretación de los resultados que obtuvimos en los pozos de sondeo: realizando el cruce de información pudimos diferenciar dentro del Parque dos sectores: a) uno perteneciente al exterior del matadero donde se producía la entrada de las carretas conocida como el Playón de las Carretas y b) otro correspondiente al interior de la estructura. Si bien conocíamos esta división a través de la información brindada por los documentos nuestro error se basó en tomar toda el área del Parque como perteneciente al interior del Matadero, creyendo que el ingreso de las carretas se producía por la calle Pringles y no por Monteagudo.
Esta información estaría corroborada por los pozos de sondeo, ya que los que nos proporcionaron menor cantidad de material arqueológico son los que coinciden en el área perteneciente al playón, así mismo los que más información nos brindaron son los que según esta nueva división del Parque, estarían dentro del Matadero. (4)
Conclusiones
La constante expansión de la ciudad y la transformación interna de la urbe, entre otros factores, destruye irreversiblemente los sitios históricos, lo cual agrava la problemática a la cual nos enfrentamos los arqueólogos en lugares como Parque Patricios donde la larga historia de eventos que han vivido los terrenos debería proporcionar gran cantidad de información acerca de la evolución cultural, tanto del barrio como de la ciudad. Es por eso que resulta importante rescatar tanto con metodologías etnohistóricas, fotos interpretativas y arqueológicas, el pasado del Parque de los Patricios, escenario de grandes eventos, lugar del emplazamiento de uno de los primeros mataderos de la ciudad. La convergencia de toda esta información adquirida nos permitirá una interpretación lógica con bases e inferencias logradas a través de diferentes perspectivas.
Esperamos haber podido aportar algo más sobre la utilidad de las técnicas de la antropología en archivo aplicadas a un caso particular de arqueología histórica, que permitió en nuestro caso reorientar la localización de los sondeos y su interpretación para posteriores excavaciones. El análisis de planos, imágenes e información histórica son complementarios no exclusivos; la interpretación definitiva estará dada por el trabajo de campo y la recuperación definitiva de los contextos históricos.
NOTAS
1 «As atividades de pesquisa que tem como objetivo develar o passado da humanidade envolvem arqueólogos e historiadores. Aparentemente estas ciéncias estáo muito afastadas entre sí, mas partilham muitos problemas semelhantes. (Kern 1995:7).
2 Esta información forma parte del Proyecto Arqueológico Parque Patricios, informe presentado al Centro de Arqueología Urbana del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas «Mario J. Buschiazzo».
3 En su análisis, Guillermo Furlong se basa en el cronista Ulrico Schmidel, soldado de infantería integrante de la expedición de Don Pedro de Mendoza, que fue el primer cronista del Río de la Plata.
4 Aún no hemos podido comenzar con la excavación arqueológica pero esperamos poder identificar las estructuras del matadero ya que con esta nueva interpretación el resultado de los sondeos refuerza nuestra hipótesis
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