«Hallazgos de la obra ubicada en el barrio de Flores, Capital Federal»
El informe «Hallazgos de la obra ubicada en el barrio de Flores» fue realizado por el arqueólogo Mariano Ramos y el arquitecto Guillermo Paez en diciembre de 1998 para el Centro de Arqueología Urbana.
Durante diciembre de 1998 se informó al Director del Centro de Arqueología Urbana -Dr. Schávelzon- que en la obra en construcción ubicada en la intersección de la avenida Rivadavia con la calle Artigas del barrio porteño de Flores, se encontraban descubiertos por las tareas actuales de construcción de cimientos, dos «túneles» antiguos. Inmediatamente allí acudimos con la intención de observar esas supuestas estructuras y evaluar la posibilidad de intervención en ese predio.
En el lugar, cuyas tareas de construcción se llevaban a cabo por parte de la empresa LOSAMIL S.A., comprobamos que no se trataba de construcciones de ese tipo. En realidad existían, a cuatro metros de profundidad del nivel cero actual, dos pozos negros, cuyas bobedillas podían observarse como bastante íntegras, llenos de agua de las lluvias de los últimos días. Ambos pozos se encontraban hacia el centro del terreno formando una línea paralela a la avenida Rivadavia, separados por unos 5 metros (ver foto 1). Uno de ellos -el del oeste- se ubicaba a unos 2 metros de la pared medianera opuesta a la calle Artigas.
Por otra parte hacia el ángulo NW del terreno se ubicaba un tercer pozo de unos 0,60 metros de diámetro, de paredes revocadas, con relleno interior parcial de material de la obra -se desconoce su profundidad- y dos vigas de hierro paralelas que lo cruzaban en su parte superior.
En un segundo día de visita los obreros que se desempeñaban en el lugar habían desagotado ambos pozos y se encontraban finalizando la tarea de tapar el primero ubicado hacia el centro del terreno. Sobre el otro se encontraban extrayendo tierra suelta de su interior, para luego proceder a su relleno. Por información brindada por el personal de la obra nos enteramos que el pozo ya cubierto contaba con 8 metros de profundidad, estimándose que la otra estructura tenía igual dimensión. El diámetro de ambos era de aproximadamente 2 metros. En cuanto a los ladrillos que componían las bobedillas pudimos comprobar que median 28 cm de largo por 14 de ancho y 5 de espesor (ver foto).
El estado avanzado de la obra cuando nos acercamos al sitio permitió observar grandes movimientos de tierra, escombros y pedacería que transformaron el lugar en la forma que se puede apreciar en las fotos. En general no se ubicaron cantidad de hallazgos, solamente algunos fragmentos de caños de gres cerámico de desagüe que eran similares a los que desagotaban en los pozos. Estos caños parecen ser de una época cercana a los cíen años. Entre los objetos recuperados -removidos por las actividades de la obra- ubicamos también un caño de gres cerámico casi entero, una botella, unos pocos fragmentos de vidrio de botellas y algunos fragmentos de loza y cerámica. El interior de los pozos se encontraba totalmente vacío de objetos.
Si bien contamos con algunas facilidades de acceso por parte del capataz y el personal de la obra, el primero nos manifestó, al segundo día de visita, que «el ingeniero» había puesto reparos en que nosotros ingresáramos al sitio, señalando que podíamos llegar a impedir el normal desarrollo de las actividades en ese lugar.
Las condiciones de hallazgo y las del contexto general -ejecución de la obra y eventuales dificultades de acceso al sitio- nos permitieron evaluar que prácticamente no podíamos realizar ninguna tarea de salvataje de las estructuras allí halladas, solamente una descripción, relevamiento, fotografía y recuperación de algunos materiales que con el desarrollo de la obra habían quedado descubiertos.