«Excavación del aljibe de la Casa Marcó del Pont, Flores: informe de los trabajos realizados»
El artículo titulado «Excavación del aljibe de la Casa Marcó del Pont, Flores: Informe de los trabajos realizados» fue escrito por Daniel Schávelzon y Patricia Frazzi y con la colaboración de Mario Silveira y Patricia Readigos. Las tareas de excavación, realizadas en el año 2000, se llevaron a cabo en conjunto con el Instituto Histórico del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, como parte de las trabajo comunitario de lectura de una casa tradicional del siglo XIX en el barrio de Flores, coordinado por Lidia González, Liliana Barela y Carlos Moreno.
La casa Marcó del Pont, como todas las viviendas de nivel social medio o alto del siglo XIX tenía un aljibe. Esto era obvio ya que nadie en la ciudad que pudiera tenerlo hubiera usado otra agua para beber; la que traían los aguateros no siempre era limpia y el río quedaba realmente lejos –más aun de Flores-, por lo tanto era cara; el agua sacada directamente de los pozos era salobre y con malos olores de los pozos ciegos cercanos que polucionaban la napa freática. Desde finales del siglo XVII quienes podían pagarlo tenían un aljibe que juntaba el agua de las terrazas y, mediante cañerías y albañales de ladrillo la llevaban hasta una gran cisterna subterránea. Para sacarla hacía falta un brocal -es la parte superior que se ve del aljibe- que muchas veces era de simples ladrillos, otras de mármol importado. Y un balde con una roldana permitían sacar el agua que permanecía fresca y limpia.
El edificio que aun subsiste, aunque cortado en su terreno por la vía del tren por delante, y por casas vecinas que se comieron el jardín y la parte posterior, fue comprada por Antonino, María y Gregoria Marcó del Pont, al señor Ramón Romero. Este es el dato más antiguo con que actualmente contamos y no sabemos si ya estaba en obra o no, aunque sí fue inaugurada completo en 1871 en estilo Neoclásico italianizante de buenas proporciones; la obra debió iniciarse un decenio antes. En planta tiene un pórtico delantero y un patio cuadrado en el interior, rodeado por tres lados por habitaciones cuadradas, abriéndose antiguamente hacia los jardines posteriores, ahora una simple medianera.
Debido a una serie de herencias, la propiedad quedó en manos de José Marcó del Pont que fue quien en 1929 la vendió a la empresa The Buenos Aires Railway Limited, momento en el cual comenzó el abandono y destrucción incluyendo la partición del lote original.
Hay que destacar el hecho de haberla construido frente al ferrocarril, a muy pocos metros de su fachada principal, parte de una concepción que ahora nos parece impensable: el tren como espectáculo.
Las operaciones de la excavación
La casa Marcó del Pont tenía al menos un aljibe y quizás dos, lo que sabemos por dos fuentes: las fotos y planos antiguos en donde figura el del interior de la casa hasta la década de 1970, ubicado en el centro del patio, y algunas fotos que mostraban un aljibe de mármol colocado cerca de la entrada de la casa pero que suponemos llevado allí posteriormente para su protección. Suponemos entonces que el del interior es el verdadero y original mientras que el de mármol fue puesto, y luego sacado, sin ser del lugar.
La propuesta de excavación hecha por el Instituto Histórico (GCBA) se centró en la posibilidad de:
- averiguar si realmente hubo un aljibe
- ubicar su posición en la casa
- determinar el estado de conservación de la parte inferior
- determinar la posibilidad de la recuperación del pozo del aljibe y su cisterna bajo tierra
- hacer el estudio de los objetos que pudieran haber en su interior, los que sin duda debían representar la vida cotidiana en la casa en el momento en que fue cancelado
- si éstos existieran, estudiar la posibilidad de exhibirlos
Para iniciar la búsqueda del aljibe se buscó el punto céntrico del patio según sus dimensiones originales, en donde incluso había una ligera depresión; esto fue hecho en base a la experiencia acumulada en los trabajos arqueológicos en la ciudad, ya que es la ubicación habitual de los aljibes porteños. Se trazó una cuadrícula de un metro de lado para poder tomar medidas exactas y referencias espaciales, más aun si era necesario ampliar la zona a excavar y se comenzó levantando el pasto y la delgada capa de humus. Bajo ella se encontraba una capa de cal formando un relleno con fragmentos de ladrillos la que al ser levantada permitió detectar el agujero de entrada del aljibe. Se prosiguió abriéndolo y retirando el relleno que cerraba la boca, cancelación que mostraba que era muy reciente y producto de una mezcla simple de cal y escombro, lo que se excavó hasta lograr definir forma y dimensiones.
Lo hallado es sin duda la cisterna inferior del aljibe. Esta es una cámara de gran tamaño, de forma cilíndrica y cubierta por una bóveda con el agujero de 75 cm de diámetro en su centro. El diámetro mayor del cilindro interno de la cisterna es de 2,30 metros y la profundidad, la que aún no se ha logrado completar, parece ser las baitula cercana a los cinco metros. Es decir que se trata de un enorme receptáculo para agua, similar a otros de la ciudad ya excavados, de techo abodevado y una entrada vertical. El agua se retiraba con un balde a través de un brocal, con una roldana, soga y gancho.
En el interior, al menos lo que se ha excavado, es un relleno de basura moderna arrojada allí durante la década de 1970-80, de lo cual se ha rescatado un conjunto de objetos representativos para ser exhibidos en la casa misma en una vitrina en donde se explica a su vez la importancia de este aljibe y de su recuperación. Lo curioso fue encontrar que en el interior había una parte destruida del brocal, el cual estaba hecho con ladrillos unidos con cal y recubiertos de revoque, lo que cierra la posibilidad de que allí hubiera estado colocado el aljibe de mármol y reconfirma que la foto existente en el archivo del Instituto Histórico y en el de la Comisión Nacional de Monumentos, sea exacta. Quizás hubo otro en algún lugar diferente de la casa, pero éste era sin duda era de material y sus restos han sido conservados para la reconstrucción del mismo con forma y ladrillos originales1.
Entre los objetos hallados hay una importante cantidad de platos de café de porcelana barata todos del mismo juego, una vieja sopera francesa de la marca Moulin des cours & hamage, Nord-Provence de la que no hemos hallado información fehaciente ya que es el nombre de la decoración, no de la fábrica. Además habían un plato de la fábrica Washington Pottery Ltd., ubicada en College Road en la localidad de Shelton (Hanley), Inglaterra y fabricada después de 1946, año en que se estableció esa fábrica, asimismo otra loza proveniente de Dresden un poco más antigua y cercana al inicio del siglo XX, frascos de vino, alcohol y medicinas recientes, y muchos materiales de construcción tanto antiguos como modernos, aunque nada anterior al siglo XX salvo los materiales del edificio en sí mismo y el aljibe.
Es decir que hay partes demolidas de la casa original y sus cambios en diferentes épocas (baldosas, azulejos, mosaicos, instalaciones eléctricas de porcelana) tanto originales como otros totalmente nuevos, mármol de escalones y zócalos, ollas y platos de hierro esmaltado, cubiertos y huesos incluso con cortes de sierra eléctrica reciente. Lo excavado fue realmente poco ya que el plazo de un día es demasiado reducido para una acción de este tipo, y la posibilidad de continuarlo fue frustrada por motivos externos a nosotros.
Conclusiones
La excavación de este aljibe sirvió a un doble propósito en esta experiencia grupal de lectura de la antigua casa promovido por el Instituto Histórico: primero su descubrimiento y reapertura, lo que significa una revalorización del patrimonio histórico que se suponía quedaría expuesto a más gente que quienes lo vieron en ese día, y segundo, como lección sobre la casa misma. Quien observa la casa a pocos meses de haber sido restaurada nota de inmediato que posee grandes problemas de filtraciones de agua en la terraza. Si se hubiera recuperado el sistema original de desagüe hacia el aljibe por los albañales, los que aún existen, si se hubiera mantenido la estructura de funcionamiento original evitando cañerías ya tapadas en menos de un año, desagües que no funcionan desde su colocación y forzando lo que era natural a un sistema moderno que no parece satisfacer las necesidades reales del edificio, no sólo se hubiera aprendido una lección del pasado, se hubiera abaratado costos y garantizado una mayor vida útil al monumento.
El que el aljibe haya sido destruido, además de haber sido sacado de uso para el escurrimiento de agua de las terrazas, por un organismo del Estado Nacional responsable de restaurar el edificio, ni siquiera es necesario de ser criticado.
Aspectos zooarqueológicos
Fueron hallados 17 fragmentos óseos; todos tuvieron todos algún tipo de reconocimiento, ya que cuando no fue posible determinar género y especie, se hizo a nivel de clase. Los resultados obtenidos son los siguientes:
Género y especie | nombre común | NISP | MNI |
Bos taurus | vacuno | 177 | 4 |
Ovis aries | ovino | 6 | 1 |
Felis catus | gato doméstico | 5 | 1 |
Donde NISP es el número de especímenes de un determinado animal y MNI el número mínimo de individuos.
Hemos diferenciado la adjudicación de los restos de Mammalia indeterminado a mamíferos que hemos diferenciado por tamaño a M1 que corresponderían a un mamífero de tamaño similar a vacuno y M2 a un animal de tamaño similar a una oveja. Así tenemos para M1 cinco fragmentos y para M2 un fragmento.
Los restos de Bos taurus (vacuno) son dos fragmentos de pelvis (de partes distintas de un mismo hueso), un astrágalo, una diáfisis de metapodio y un fragmento de costilla (corte bife de costilla o chuleta). El animal era un adulto.
De Sus scrofa (lechón) tenemos fragmentos de pelvis, de fémur y otro de mandíbula izquierda. Era un animal juvenil.
De Gallus gallus (gallina), un fragmento de fémur y una vértebra cervical.
De Felis catus (gato), un fragmento de cráneo.
Los cinco fragmentos de M1 (mamífero grande indeterminado), los que podrían corresponder a Bos taurus, son fragmentos de tres vértebras y de dos costillas. El de M2, que podría corresponder a Sus scrofa u Ovis aries, es un fragmento de costilla. Sólo queda agregar que se trataría de material reciente, del siglo XX tardío, pues tenemos un corte de serrucho eléctrico de media res.
Bibliografía
Aletti, Alicia
2001, Testimonios: Marcó del Pont, Hábitat, no. 36, pp. 30-31, Buenos Aires.
Referencias
1 Esos fragmentos, por descuidos de quienes estaban a cargo del edificio en ese momento, fueron destruidos, aunque gracias a las fotografías tomadas en la excavación se ha podido proyectar la restauración. El trabajo a quedado en manos de la Comisión de Preservación del Patrimonio Histórico y Cultural (GCBA). Lamenetablemente nunca pudo hacerse y hoy, una tarima de madera, tapa todo.