Hallazgos arqueológicos en la Casa de Liniers: un remache o arreglo de una olla de cobre
Estas notas tienen por objeto mantener a los interesados en contacto con las excavaciones y hallazgos que se llevan a cabo en el trabajo encarado por la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico, dado el interés que ha despertado este conjunto de los siglos XVII y XVIII debajo de la que fuera la casa del Virrey Liniers en San Telmo. En este artículo, que es el número 15 de la serie y escrito por Daniel Schávelzon en el año 2012, se hace mención al hallazgo de un remache o arreglo de una olla de cobre.
La vieja historia que nos contaron los historiadores revisionistas de que los ingleses nos impusieron la “pavita” para tomar mate, y la olla de hojalata para cocinar, en lugar de las chocolateras de cobre repujado hechas por nuestros artesanos norteños, ha sido repetida desde el colegio primario, sea o no verdad. Lo cierto es que para calentar el agua se usó hasta inicios del siglo XIX un recipiente de cobre repujado con manija generalmente de hierro. Estas alcanzan a verse en los viejos grabados de los gauchos mateando. Pero las ollas de cobre se siguieron usando hasta el siglo XX y haciéndose de la misma forma y en muchas casas aun está “la de la abuela”. Lo único que cambió fue el sistema de remaches para agarrar la manija que también se siguió haciendo con hierro forjado por mucho tiempo más.
El problema que tenían era, como cualquier otra cosa que se exponía al fuego con agua dentro, que se agujereaba. Algo casi obvio de toda obviedad, las cosas se gastan, golpean o deterioran. Y en esos casos hay que arreglarlas, porque no existía la Sociedad de Consumo para descartar y comprar otra. El problema que tenían estas cosas es que si se iban a seguir poniendo al fuego el arreglo no era cualquier cosa: debía resistir tanto o más que el material original, debía ser maleable para adaptarlo y tapar bien, y poderlo hacer la mayoría de las veces de forma casera. Y muchas veces con el uso el remache o arreglo se salía porque se dilataba de forma diferente al objeto original y terminaban cayéndose. El mundo colonial no era el del siglo XIX, y menos el del XX.
En este caso encontramos en la excavación un pequeño fragmento de cobre que nos hizo reflexionar mucho: en origen había sido un “alambre” o cilindro de uno 7 milímetros de diámetro y un centímetro y medio de largo o poco más. Pero estaba muy oxidado y el tratamiento que le hicieron Patricia Frazzi y su equipo permitió volver a verlo en su integridad y entenderlo mejor.
Eso que en origen fue cilíndrico presentaba en ambos extremos evidencias de golpeado y de cortes, en especial el lado más ancho estaba adaptado a una superficie curva pero irregular, y era más ancha que el otro extremo. Realmente no fue sencillo encontrar una posible explicación y esta es que fue un remache o arreglo de una olla de cobre, la parte cóncava hacia adentro para que selle bien. Las pequeñas marcas de corte deben ser de un cuchillo muy filoso y seguramente anteriores a su colocación, es decir de cuando se hizo el cilindro. Recordemos que la soldadura no se inventó hasta el siglo XX.
Por supuesto esta interpretación es sólo una explicación posible, nada más, quizás nuevos hallazgos nos den otras. Porque el gran interrogante es ¿y la olla? Si fue de hierro puede que se haya destruido y que ahora es sólo una parte de los grandes núcleos de óxido que encontramos, si fue de cobre pudo haberse desprendido y la olla fue vuelta a arreglar o descartada en otro sitio. Imposible saberlo. Pero es otro interesante hallazgo de esta excavación que no deja de mostrar sorpresas cada día.