«Acerca de Mario J. Buschiazzo y la política del “Buen vecino”: Robert C. Smith y su Latin American painting comes into its own, un artículo en la biblioteca del Instituto de Arte Americano»
Documento realizado por Daniel Schávelzon (director del Centro de Arqueología Urbana) respecto de un folleto encontrado con un texto de Robert C. Smith en julio de 1945 por la División de Cooperación Intelectual de la Unión Panamericana, en Washington DC.
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Por mucho tiempo los que formamos parte del Instituto de Arte Americano hemos imaginado la creación en 1946 de esta institución por Mario J. Buschiazzo, como parte de la reacción antiperonista de la intelectualidad argentina. Un sitio de refugio aunque la Facultad misma fue establecida por Perón al separarla de Ingeniería, y el decano que firmó la creación del IAA era, al menos en ese momento, peronista. Eso se ha analizado en numerosos artículos y no caben muchas dudas, pero lo que no se ha tomado en consideración es la ubicación de ese evento en el contexto internacional. El hallazgo de un artículo muy deteriorado en la Biblioteca del IAA permite abrir puertas hacia un momento fundamental en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina: el final de la política del Buen Vecino dirigida por Nelson Rockefeller a pedido de Roosevelt, desde la Oficina de Asuntos Interamericanos (CIAA, Office of the Coordinator of Inter-American Affairs) creada en agosto de 1940 [1].
Desde allí, en plena Guerra Mundial, se comenzó a impulsar una mejora en las relaciones bilaterales, país por país, a través de innumerables actividades culturales, artísticas, creación de organismos, revistas, investigaciones, becas, edición de libros, viajes de especialistas y exhibiciones [2]. Pocas veces hubo tanto dinero disponible y se hicieron tantas actividades simultáneamente. Obviamente era política, pero totalmente inversa a la que se establecería pocos años después y del que queda el ejemplo de Braden-Perón de 1946. Esa fue la situación excepcional que llevó a que Buschiazzo lanzara su Instituto, que pudiera años antes viajar a Estados Unidos, traer investigadores como Connant, publicar allí y acá, establecer su red de relaciones, crear una biblioteca basadas en el canje de publicaciones, y la facilidad para intercambiar información que hoy nos llama la atención. Y que la pudo mantener pese a la casi ruptura de relaciones diplomáticas por la guerra.
El tema está abierto a la investigación, pero antes de la desaparición física del folleto (se está desintegrando el papel y sin restauración no durará), queremos reproducirlo: se trata de una copia por mimeógrafo con tapa de papel, de un artículo de Robert C. Smith, “Latin American painting comes into its own”, el que sería publicado en la revista cabecera de esta política cultural: el Inter-American Quarterly vol 2, no.3, pp. 24-36, Washington, julio de 1940. El artículo, para su época, es mediocre aunque no malo, servía para difundir a través de una revista no cultural una mirada hacia el continente que destacaba sus logros y avances en el arte; muy discutible desde el presente pero compilaba los lugares comunes de su tiempo. Pero Smith fue un actor importante en la organización de esta política, ayudó a crear varios museos de arte moderno, fue autor de muchos libros y trabajos sobre arte (en especial de Brasil y México), y responsable en la distribución de grandes sumas de dinero a varias bibliotecas de Estados Unidos para que hicieran enormes compras de libros y documentos sobre América Latina [3]. Las mega exposiciones que se organizaron se hicieron famosas como la del Museo de Arte Moderno llamada Veinte Siglos de Arte Mexicano en que él mismo hizo el folleto, con cinco mil piezas arqueológicas e históricas, la que iría a ser curada por Diego Rivera pero quien rechazó el encargo [4]. Poco después Rockefeller mandaría destruir los murales que le encargó en Chicago. Vale la pena recordar que este excéntrico y millonario personaje que manejó los hilos de las relaciones culturales interamericanas tenía 32 años al asumir ese cargo. Robert Smith estuvo muy involucrado en la relación con artistas de Brasil, particularmente con Portinari a quien lo financió de por vida para que se dedicara a pintar. Aquí fue un apoyo de Forner, Pettoruti y varios otros artistas y creativos.
La presencia de este artículo en una versión inedita habla de las relaciones que seguramente había también con Buschiazzo, que era ya una personalidad destacada en el arte del continente. Incluso esta copia es diferente a otra que es accesible por Internet en el sitio de la Fundación Getty [5], que es más formal en su presentación. Creemos que es indicativo de la política seguida con este tipo de artículos en su difusión internacional, ya que el mismo y en esta pre-edición tan peculiar, la hemos ubicado en las bibliotecas de la Universidad de Harvard, el Wheaton y el Armherst College, en el Museo de Bellas Artes de Filadelfia y en el de Brooklyn. Esto nos sugiere que la División de Cooperación Intelectual de la Unión Panamericana, que era quien lo distribuía, actuaba sistemáticamente.
Por ahora resulta imposible saber a qué otros lugares de América Latina fue enviado y qué otras cosas lo acompañaban. Como se dijo es un tema abierto.
Referencias
[1] Lewis Hanke, “The Development of Latin-American Studies in the United States 1939-1945”, The Americas vol. 4, no. 1, pp. 32-64, 1947.
[2] Darlene J. Sadlier, Good Neighbor Cultural Diplomacy in World War II: The Art of Making Friends, Indiana University, (s/f) Manuscrito de acceso digital en la biblioteca de la Universidad de Princeton (posiblemente 2013).
[3] Daryle Williams, Culture Wars in Brazil: The First Vargas Regime, 1930–1945, Duke University, 2001.
[4] Florence Horn y Robert C. Smith, “Twenty Centuries of Mexican Art”, The Bulletin of the Museum of Modern Art, Vol. 7, N. 2–3, 1940.
[5] http://icaadocs.mfah.org/icaadocs/ELARCHIVO/RegistroCompleto/tabid/99/doc/838021/language/es-MX/Default.aspx (Acceso febrero 2015).
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