Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas
"Mario J. Buschiazzo"
Volumen 54 - Número 1 - Enero / Junio 2024

Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo.
Universidad de Buenos Aires.

Prólogo

Escenarios coloniales

El número 54 de Anales fue concebido a partir de ciertas concurrencias que, en el plano de los desarrollos disciplinares del área de estudios, nos motivaron a pensar los rumbos de la historia de la arquitectura americana. Hace apenas cuatro años se cumplió el cincuentenario de la muerte de Mario J. Buschiazzo, creador del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas y de Anales, su revista insignia. Recientemente, la propia revista protagonizó un nuevo aniversario al celebrarse los 75 años desde su primer número en 1948. Esta publicación, que constituye una referencia ineludible dentro del ámbito académico sudamericano, tuvo la capacidad de reunir durante décadas a diferentes voces especializadas que rescataron imágenes, produjeron hipótesis y diseñaron geografías culturales para pensar el pasado material de nuestro continente. Se trató de un espacio ligado a los deseos profesionales de una generación concreta que marcó un tipo de acercamiento al pasado con intenciones de rigurosidad documental y que, al mismo tiempo, produjo conceptualizaciones cautivantes, como la de “arquitectura mestiza”, vigente hasta nuestros días.

No se puede pasar por alto el hecho de que, en las páginas de Anales,transitó el elenco más resonante de expertos en arquitectura hispanoamericana desde la segunda mitad del siglo: Carlos Arbeláez Camacho, Damián Bayón, Alfredo Benavides, Paul Dony, Graziano Gasparini, Teresa Gisbert, Juan Giuria, Francisco Stastny, Ramón Gutiérrez, Emilio Harth-Terré, Pál Kelemen, Enrique Marco Dorta, Ricardo Mariátegui Oliva, José de Mesa, Alberto Nicolini, Erwin Palm, Horacio Pando, Alberto de Paula, Héctor Schenone, Santiago Sebastián, Robert C. Smith, Miguel Solá, Manuel Toussaint, Mario Chacón y Harold Wethey, por nombrar solo a quienes actuaron bajo la época signada por la figura de Buschiazzo hasta su muerte en 1970.

La obra de Anales se entrelaza inseparablemente con la contribución personal de Buschiazzo y revela la profundidad de su pensamiento sobre la arquitectura del período colonial. Su pluma fue muy prolífica, manifestándose en una extensa producción en libros, revistas, periódicos e informes. Entre sus títulos más reconocidos se encuentran Estudios de Arquitectura colonial Hispano Americana (1944), Historia de la Arquitectura Colonial en Iberoamérica (1961) e Historia del Arte Hispanoamericano, en colaboración con Diego Angulo y Enrique Marco Dorta (1950 y 1956). También destacan obras especializadas sobre arquitectura argentina, como La arquitectura en la Argentina (1967) y Las Estancias Jesuíticas de Córdoba (1969). Asimismo, lideró diversas restauraciones como asesor de la Comisión de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, tales como el Cabildo de Buenos Aires, la Casa Histórica de Tucumán, el Convento de San Francisco en Santa Fe, la Capilla de Purmamarca en Jujuy, la Misión Jesuítica de San Ignacio en Misiones, entre otros monumentos destacados de la cultura histórica argentina. Incluso, más allá de las fronteras, colaboró en la primera restauración de la Casa Nacional de La Moneda en Potosí, Bolivia, y dirigió la reconstrucción del núcleo histórico de San Juan de Puerto Rico.

A los hitos mencionados se suma en 2024 otro muy significativo que excede lo ocurrido en el ámbito de la Universidad de Buenos Aires a partir de la potente figura de Buschiazzo, pero donde resuena el influjo historiográfico y editorial de Anales. Nos referimos a la encuesta que publicó en su primer número de 1964 el Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas de la Universidad de Caracas, dirigido por el arquitecto Graziano Gasparini. Un extenso corpus de preguntas, como “¿cuál es, a su entender, la significación valorativa de la arquitectura barroca hispanoamericana?”, “¿cuáles son las razones conceptuales que diferencian el barroco americano del europeo?” o “¿qué opina del término ‘arquitectura mestiza’ utilizado para definir determinadas manifestaciones arquitectónicas realizadas en ese periodo?”, motivaron reflexiones dispares entre algunos de los americanistas más reconocidos de aquel momento: Diego Angulo, Buschiazzo, Carlos Arbeláez Camacho, José García Bryce, George Kubler, Gisbert y Mesa, Harth-Terré, Carlos Maldonado, Sidney D. Markman, Ricardo de Robina y Germán Téllez. Sus respuestas revelan un campo de reflexión efervescente en torno a la arquitectura americana y de posiciones contrapuestas sobre sus sentidos.

Aunque las preguntas formuladas por Gasparini funcionaron como un crisol teórico acerca de lo que se pensaba en la década de 1960 e incluso en momentos posteriores, vemos la necesidad de volver a pensar las orientaciones conceptuales y metodológicas que guían los estudios centrados en la arquitectura americana colonial, conectada con los otros territorios de las Coronas Ibéricas e insertada en discusiones globales modernas. Transcurridos cincuenta años de aquella encuesta y en un contexto de franca profesionalización de las investigaciones históricas y humanísticas, pensamos este número como un espacio para que los investigadores contemporáneos acerquen sus perspectivas de análisis, sus cuestionamientos y nuevos objetos de estudio en torno a aquellas construcciones, proyectos, diseño, sujetos, formas, e imágenes desarrolladas en escenarios coloniales y, en algunos casos, proyectadas por intereses específicos hacia el presente.

Esta convocatoria estuvo especialmente interesada en dar cuenta de los encuentros disciplinares entre áreas como la historia cultural, la arqueología, la historia del arte o la etnohistoria, así como de temáticas e intereses más puntuales relacionados con la arquitectura producida y habitada durante la dominación ibérica. Nos preguntamos, entonces: ¿cuál es la vigencia actual de las categorías estilísticas y cuál ha sido su impacto en el patrimonio y en la restauración?, ¿qué importancia se le asigna actualmente a la relación entre arquitectura, paisaje y diseño?, ¿qué relectura o nueva selección de fuentes históricas rige los estudios actuales?, ¿cómo entendemos el espacio y quienes configuran sus límites?, ¿cómo se manifestó la agencia de los constructores cuando se interceptaron factores étnicos y raciales?, ¿qué lugar ocupa el análisis de las tradiciones vernáculas?

El número se inicia con la contribución de Francisco Pérez Gallegos, quien, a través del análisis de la historia constructiva de la Iglesia Matriz y actual Catedral de Cumaná en Venezuela, desentraña una red de sucesos y acciones protagonizadas por diversos personajes del siglo XVIII que dieron origen a dicha obra. La investigación se centra en el trabajo de los ingenieros militares y examina el impacto del devastador terremoto de 1766, situando así este artículo en una importante corriente historiográfica contemporánea: los estudios sobre las catástrofes. Así, diseño arquitectónico y resiliencia constructiva aparecen como respuestas frente al desastre sísmico.

El segundo artículo, a cargo de Carlos Page, aborda la celebración del Corpus Christi en los poblados tutelados por jesuitas y habitados por guaraníes en las reducciones del Paraguay. A través del estudio de fuentes jesuíticas y de observaciones figurativas, busca reafirmar conceptos complejos como los de sincretismo y alteridad como marco de lectura del rito cristiano. De acuerdo con el autor, su materialización en la ornamentación urbana permite reconocer estrategias de control del espacio comunitario durante la colonia americana, interpretaciones consolidadas por estudios de larga data durante el siglo XX.

La relación entre arquitectura, construcción y poder es analizada por David Cortez Godoy a través de las transformaciones de la Real Casa de Moneda de Santiago, hoy Palacio de Gobierno de Chile. Su artículo se centra en la configuración de un espacio político, marcado por un cambio fundamental: la transición de la Colonia a la República. Para Cortez, este cambio político no es simplemente una efeméride, sino el punto de partida para desarrollar una historia crítica del edificio desde una teoría del poder. Su visión entrelaza materialidad y funcionalidad, un binomio que va más allá de la visión de la arquitectura basada en la planimetría y su utilidad para entender los espacios construidos.

¿Cómo se han enlazado los idearios historiográficos sobre el período colonial con la ejecución de proyectos de restauración edilicia? En el marco de un período muy significativo para la oficialización de esta práctica en la Argentina, Carola Herr ancla su análisis en dos intervenciones promovidas por Ángel Guido y Mario Buschiazzo en el templo de San Francisco en Santa Fe. El concepto de “des-restauración” es leído aquí como una operación crítica y particularmente orientada a reponer la autenticidad del monumento a partir del auxilio de las fuentes documentales, así como de minimizar la injerencia de las estructuras modernas en la conservación de la arquitectura histórica.

Las prolongaciones coloniales en la reciente República Argentina son abordadas por Francisco Girelli en un artículo que examina la normativa que reguló la arquitectura de Buenos Aires. Esta legislación resultó en la mutilación de numerosos elementos constructivos y decorativos presentes en las fachadas, que eran característicos de la estética colonial. Utilizando la Arqueología de la Arquitectura, Girelli nos presenta un estudio que revela cómo la política pública constituyó una herramienta fundamental para modelar las formas de habitar y construir el espacio urbano en el siglo XIX.

Al igual que las contribuciones de Cortez y Girelli para esta primera parte de Anales 54, la propuesta de Carlos Felipe Suárez Sánchez abarca la arquitectura civil y suma aspectos concretos del urbanismo en la Colonia. El puente como construcción característica de la ciudad de Puebla, en el Virreinato de Nueva España, le permite abrir algunas líneas de indagación asociadas a sus funciones de conexión entre los distintos núcleos de la ciudad y como elemento asociado a formulaciones identitarias de las comunidades locales.

Los artículos que cierran este volumen abordan otros aspectos que rodean los escenarios donde se desarrolló la arquitectura colonial en el siglo XVIII. Carla Maranguello relaciona las iglesias de la doctrina de Juli, en el actual Perú, con el impacto que la filosofía probabilista pudo haber tenido sobre el pensamiento jesuita en la atenuación de la ortodoxia católica y en la admisión de programas decorativos protagonizados por imágenes de la naturaleza. Su trabajo recoge elementos de la religiosidad andina y puntualiza en la comprensión que los padres de la Orden formularon del universo indígena.

Finalmente, Luis Javier Cuesta Hernández analiza la presencia y ausencia de la figura del arquitecto y de los oficios de la construcción a través del estudio de un plano de la Ciudad de México de 1776. Su estudio revela cómo Ignacio Castera, un arquitecto criollo novohispano y autor del plano, aparece allí representado como parte de una estrategia de ascenso social. Según el autor, este plano buscaba ocultar la presencia real de constructores no blancos, alineándose con el proceso de “blanqueamiento” que Castera aplicaba a su propia imagen. Así, este diálogo entre arquitectura y pintura destaca las implicaciones raciales en el acceso y la movilidad social de aquellos involucrados en el mundo de la arquitectura y la construcción.

Como citar este artículo

García, Carla Guillermina; Mamani Fuentes, Francisco; Garreta, Virginia y Perrotti Poggio, Julieta (2024). Escenarios coloniales. Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas "Mario J. Buschiazzo". 54(1). Recuperado de . Fecha de acceso:


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Anales del IAA - Versión impresa: ISSN 0328-9796 / Versión digital: ISSN 2362-2024

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