«Buenos Aires, arqueología en una ciudad en destrucción total (excavaciones en Defensa 1460)»
El artículo titulado «Buenos Aires, arqueología en una ciudad en destrucción total (excavaciones en Defensa 1460)» de Daniel Schávelzon (Director del Centro de Arqueología Urbana) ha sido publicado en la revista Canto Rodado, volumen 3, en las páginas 113 a 133. Ha sido editada en la ciudad de Panamá, en el año 2009.
La ciudad de Buenos Aires se ha caracterizado por la destrucción sistemática de lo que en otros países se considera “patrimonio arquitectónico”. Debido a características propias del desarrollo de la ciudad y diversos temas ineherentes a la memoria de identidad de sus habitantes, cuyo estudio excede las de este trabajo –pese a lo interesante del tema-, lo concreto es que el universo político jamás ha opuesto a la especulación inmobiliaria. Han habido proyectos, propuestas, intentos y mucha bibliografía, pero nada ha afectado la sistemática destrucción de los inmuebles antiguos, al grado que nada queda de los siglos XVI o XVII, hay un par de fragmentos del XVIII, poco de finales del XIX y ya se está demoliendo el XX. Actualmente se está tratando de detener las obras que afectan hasta 1941 mediante una ley, para poder, en algún momento, poder comenzar a tener un patrimonio material visible. Suena terrible pero así es por detrás de las declaraciones de políticos de turno que siempre afirman lo contrario. Una evaluación reciente ha demostrado que los barrios más tradicionales de la ciudad tienen sólo cuatro años para la pérdida de todo inmueble anterior a 1930, salvo uno que tiene una proyección de diez años (Schávelzon 2007). Esto ha llevado no sólo a desarrollar una fuerte arqueología urbana, única manera que resta para estudiar los restos materiales del pasado, sino también a generar métodos y técnicas no tradicionales para lograr hacerlo a grandes velocidades. Si hay una arqueología no convencional, heterodoxa, es esta. Por supuesto a muchos ortodoxos no les gusta. No es problema teórico, es una fuerte aprensión hacia lo no comprendido.
El barrio conocido como San Telmo es el que reune construcciones que, por la pobreza y un intento legal de la década de 1960, quedaron un tiempo fuera del mercado, pese a su cercanía al centro. La tradición oral lo señala como “barrio histórico” o “barrio colonial”, aunque es obvio a quien lo vea que se trata sólo de construcciones del siglo XIX tardío, o siglo XX en su más del 99 %.
Esto nos ha permitido trabajar con cierta intensidad ya que debajo de esos edificios es posible encontrar aun contextos de cierta antigüedad y restos de construciones de períodos ya desaparecidos (Schávelzon 2005 y 2007b). El problema es que pese a que una sección del barrio ha sido declarada como de protección histórica, la realidad hace que los propietarios actuen con bastante libertad y que el gobierno de la ciudad intervenga en forma casi casual o sin impedimentos serios a las alteraciones e incluso demoliciones.
Un edificio extraño es el ubicado en la calle Defensa 1460 porque ha generado una larga lista de fantasías en el imaginario colectivo acerca de la existencia de misteriosos túneles y comunicaciones antiguas bajo tierra (foto 1). Allí es donde hicimos algunas observaciones aprovechando las obras hechas por el propietario que no sólo nos franqueaban el acceso sino que además habían dejado a la vista construcciones antiguas; esa primera etapa se tuvo que suspender por la necesidad de apuntalar la galería inferior –el llamado túnel-, y sólo al año siguiente fue posible retomar el trabajo (foto 2).
En esa nueva oportunidad se encontró que lo existente bajo el casa era una galería construida junto al edificio actual (posiblemente en 1889) que unía el frente con un patio posterior, la que al estar clausurada permitió que fuera confundida con un túnel extraño. Además se había hundido parte de un piso de esa galería dejando a la vista un pozo excavado en la tierra. Diversos agujeros hechos en las paredes del túnel y sótano, por los obreros, mostraban en los perfiles restos de pisos más antiguos enterrados. La interpretación inicial fue que estábamos ante una casa construida sobre los restos de otra, los que para ganar un nivel más alto fueron quedando bajo un relleno de un metro, con los pisos intactos. Esto por cierto es raro en una ciudad que es habitualmente plana, lo le daba un fuerte valor para la arqueología (Schávelzon 1999 y 2000).
La crisis del año 2001 suspendió todo, los trabajos del propietario y los nuestros, los que retomamos años más tarde; pero tuvo que ser suspendido por el estado de deterioro del edificio. Pese a esto la información obtenida es rica en datos y se ha logrado contestar las hipótesis establecidas además de establecer una técnica de observación nueva, aplicable en estos casos peculiares. Sirva de ejemplo de las complejidades con que se trabaja en la ciudad (para comprar los cambios en el sistema de actuar, ver Schávelzon 2003 y 2007a). Absurdamente aun siguen viviendo allí docenas de personas que no saben que bajo su piso existen estas cosbtrucciones destruidas que atentan contra su propia vida.
Lo primero que llama la atención de este edificio es la existencia de la larga galería subterránea que recorre el lugar por debajo del edificio actual. El encierro en que se encontraba al haberse clausurado la ventilación del fondo, el haberse sacado la escalera posterior y al haber tapado la luz desde la calle, lo tornaba aun más misteriosa y extraña. Si a eso le sumamos el abandono, suciedad, el agua inundando todo, los escapes de gas y ahora las paredes perforadas, es realmente un lugar fácil de confundir con un túnel misterioso generar leyendas de todo tipo (Schávelzon 2007c).
La realidad, como siempre, es más simple que las fantasías que ha despertado, se trata de una galería o circulación del personal de servicio hecha en forma subterránea, lo que no es único aunque si raro en la ciudad; y quizás este sea el ejemplo mejor ejemplo conservado; otro similar estará próximamente dedicado a museo en la antigua casa de la familia Fernández Blanco. Este tipo de acceso permitía que el personal de servicio, tras penetrar desde la calle, bajara a la galería por una pequeña puerta lateral y que luego pasara bajo la casa hasta una escalera que le permitía el acceso por detrás sin ser vistos por los patrones. Era al parecer habitual tener habitaciones para ellos o para depósito a los lados de estos pasos, y cuando no había agua corriente allí estaban los pozos de basura, de agua y el aljibe (planos 1 y 2). Este es un buen caso de este tipo de arquitectura que dejó de funcionar al haberse remodelado la casa para poderle hacer un piso más a inicios del siglo XX; con el nuevo proyecto el sistema quedaba inutilizado e inutilizable.
Lo hallado desde el primer momento nos permitió entender que el edificio actual era el resultado de tres construcciones superpuestas, lo que se hacía evidente al observar sistemáticamente los agujeros hechos en los muros de la galería bajo tierra. Era la única manera que teníamos para ver la estratigrafía bajo el edificio ya que romper los muros de la galería, más de lo que estaban, era realmente peligroso. Por ellos se veían debajo del relleno de tierra puesto para darle altura a la planta baja, los pisos de una casa del siglo XIX. En un primer momento supusimos que se había aprovechado la barranca hacia el río pero luego se entendió que no era así, que si bien hubo un desnivel topográfico original, en realidad eran dos casas totalmente superpuestas una encima de otra.
El terreno actual mide poco más de 60 metros de largo por 8.60 de frente, lo que en el siglo XIX fue aprovechado por Diego Noble para construir una casa que fechamos hacia 1820. En el Catastro de Pedro Beare hecho en 1860-65 figura como el Lote IV de esa calle, que en esos tiempos era Defensa 772, con doce habitaciones, tres ventanas al frente y un valor de $ 100.000, lo que era mucho en su tiempo. Se trataba de una casa grande y de valor ubicada sobre la antigua Calle Real, la más importante de la ciudad, aunque pasando el insalubre zanjón de la calle Chile, hacia el sur, es decir que no era tan importante como si hubiera estado unas cuadras más hacia el norte. La casa tenía un zaguán techado sobre uno de sus lados, un primer patio y luego un gran paso que llevaba hacia el terreno libre al fondo donde debían estar los espacios para el servicio, caballeriza y todo lo que nunca se describía ni se incluía en los planos por burdo pudor (Wilde 1966).
En el año 1889 o poco antes la casa fue demolida y se construyó, como propiedad de un señor Vicente Pontremoli, una casa un poco diferente: más señorial y acorde a la época, seguía la misma tipología de “casa chorizo” estirada a lo largo del terreno pero definía claramente los tres patios de rigor, los dos primeros separados por el comedor transversal y el terreno del fondo. Como el sector de los servicios –cocina y baño- se hizo al fondo, se usó el recurso de levantar la planta baja –escalera de entrada mediante- y hacer una galería bajo tierra por entre los cimientos, que llevara hasta el fondo. De esa manera la servidumbre no pasaba por dentro de la casa (plano 3). Sí es extraña su forma al final en donde hay cinco ambientes formando extraños ángulos en sus muros, lo se debe a que los cimientos corresponden a los cambios en las paredes de arriba. La vieja escalera de madera de servicio se la ve bien en los planos de esa época y aun están las marcas en la pared bajo tierra. Había un pequeño primer piso con tres dormitorios y un baño para el servicio doméstico con una galería sobre el segundo patio.
En un nuevo cambio, quizás hacia 1910, se produjo otro cambio: el propietario decidió edificar un primer piso por encima del existente cambiando la tipología de la casa: un nuevo frente va a dejar dos entradas, una a la planta baja preexistente pero ahora transformada en tres departamentos unidos por un patio longitudinal y una casa señorial en la parte superior. Debajo de todo quedará abandonada la galería, aunque una ventana a la calle le dará un poco de luz, pero por arriba los cambios harán irreconocible la vieja casa Pontremoli; hacia abajo se canceló la escalera de madera del fondo y se la olvidó casi totalmente (foto 3). Si no fuera por las cañerías de agua, gas y claoacales que pasan por allí, nadie sabría ni que existía.
Un plano moderno de Obras Sanitarias de 1964, nos muestra un relevamiento con la casa dividida en cinco sectores para renta de cada parte en forma independiente; pero el plano del sótano está mal dibujado, mostrando ambientes inexistentes, que fue en parte lo que creó la idea de que además del túnel habían habitaciones tapiadas bajo tierra. O el agrimensor no bajó al sótano, o se confundió o simplemente no supo explicar la anomalía de un gran espacio no aprovechado en ese nivel inferior. Una nueva evidencia de que no siempre los documentos escritos, o dibujados, dicen la verdad.
Trabajar en un edificio de esta naturaleza, en situación de riesgo, implica hacer las cosas muy rápido y tocar y excavar lo menos posible. Es cierto que esto no es científico, es simple supervivencia; pero era una buena oportunidad difícil de dejar pasar por los desafíos de obtener la mayor cantidad de información factible con mínimos recursos y las mínimas excavaciones posibles; la otra opción era no hacer nada. Por lo tanto se optó por dos caminos: hacer observaciones sobre estratigrafía visible en los llamados “nichos” o agujeros de obra en las paredes, relevar todos los detalles de arquitectura, aprovechar los agujeros y pozos en los pisos, limpiarlos, regularizarlos y obtener todos los datos posibles. Asimismo se liberó de sedimentos la Habitación 1 hasta dejar las baldosas del piso más antiguo, perfilar el escombro de relleno para entender su secuencia deposicional.
La observación a través de nichos en las paredes, incluso en perfiles excavados, no parecería ser una técnica muy ortodoxa, pero en los últimos años ha sido muy usada incluso para la meticulosa arqueología prehistórica. Se inició su uso en las complejas construcciones mayas cuyos cortes implicaban muchísimo esfuerzo y tener que mover cientos de metros cúbicos de tierra, por lo que se aprovechaba cada agujero preexistente o hecho al efecto, para tomar notas; el caso de la Acrópolis de Copán en Honduras fue un primer ejemplo de este sistema desde el siglo XIX, ya que el corte lo había hecho el río. En Quiriguá se usaron las trincheras de los saqueadores de tumbas, luego fue llevado el sistema a Tikal y a otros sitios. En forma sistemática se lo ha usado para ver estructuras internas no visibles en los perfiles expuestos en la excavación, en Balberta, Guatemala (Bove, Medrano, Lou y Arroyo 1993:53), con buen éxito. No hay duda que arroja lecturas parciales, pero agregadas al conjunto son detalles que van sumando y permiten una reconstrucción más detallada de los procesos de transformación del sitio. En este caso se ha logrado un perfil bastante bueno a lo largo de 50 metros gracias a esas perforaciones preexistentes.
Habitación 1
Esta habitación se encontraba ya casi liberada de su relleno por trabajos del propietario hasta llegar al nivel de un piso de baldosas cerámicas antiguas, provenientes de Francia, seguramente de El Havre. El espacio es coincidente con una habitación de la casa más antigua y quedaba definido por la pared medianera hacia el sur, la pared de la galería subterránea hacia el norte, por donde estaba el agujero de entrada, un muro de ladrillos de la casa nueva por el este y tierra de relleno por el oeste. El techo eran las vigas de madera de uno de los ambientes de la planta baja de la casa actual. Mide 3,20 por 3,95 metros de espacio liberado. Entiéndase que sobre ese “techo”, en realidad un piso, la gente trabajaba y vivía todo el día sin saber de que debajo se estaba excavando (planos 4 y 5, foto 4).
El piso antiguo de baldosas cubría casi la totalidad del recinto siendo evidente que quienes construyeron la casa de 1889 cuidaron de no destruirlo, seguramente para que cumpliera funciones de protección de la humedad; había al menos dos baldosas muy desgastadas y un sector que había sido reparado. Paralelo al límite oeste, es decir a la tierra del relleno, se encontró al limpiar el piso la marca de un muro de ladrillos de 20 por 40 por 5 cm que, en su extremo norte se alteraba para dejar un espacio más delgado, seguramente el sitio en que se ubicó un umbral de puerta de 1,10 metros de largo. Esta pared se cimentaba sobre un cimiento de 17 hiladas de ladrillos de 32 cm de largo.
El muro medianero resultó muy interesante ya que muestra evidencias de haber sido rehecho con ladrillos provenientes de la casa antigua, todos de diferentes medidas y con restos de revoques, algunos con pinturas blanca y amarillenta; la mayor parte de los ladrillos mide 4 por 26 por 32 cm. Hay dos fragmentos de zócalos en su sitio con dos capas de pintura azul casi negro. Por debajo de las baldosas hay un nivel de enladrillado que por la calidad de su manufactura hace pensar en un piso de uso previo y no en un contrapiso; por debajo de los ladrillos sí hay un contrapiso de 5 cm de espesor.
En la limpieza de los pisos y cimientos se encontraron algunos objetos asociados a la estructura constructiva de la casa antigua; dos clavos de perfil cuadrado, fragmentos de maderas, hueso quemado muy fragmentado, vidrios planos de 2 mm, tres tejas, mezcla de cal proveniente de juntas entre ladrillos y revoques, carbón vegetal, revoques con pintura color rosa abajo y blanca arriba, otro con un estarcido color rojo sobre blanco y otro con blanco abajo y verdoso arriba, además una loza de decoración Floreal de tipo Whiteware y la base de una vasija de cerámica roja cubierta con vidriado interior, del tipo denominado Utilitario, posiblemente de una botija para vino o agua.
En uno de los extremos de esa habitación existía un agujero el que fue aprovechado para hacer observaciones que permitieran entender la secuencia de ocupación del sitio y su construcción, regularizándolo y haciendo una limpieza y estudio de perfiles, quedando de 90 cm de lado. Se trabajó con niveles artificiales y naturales en una profundidad total de un metro hasta llegar a la tierra estéril. La cuadrícula así definida mostraba la presencia de un pozo o zanja, rellenado antiguo y claramente tapado por los pisos de ladrillo y baldosas y por lo tanto precedente en el tiempo. Los niveles mostraron todos una alta concentración de hueso quemado muy fragmentado, carbón vegetal, cal de revoques y fragmentos de ladrillos, más grandes hacia abajo y en los últimos 15 cm casi no hay hueso. Hubo poco material cultural siendo éste siete tejas, cinco clavos cuadrados, dos vidrios planos, una loza Creamware anular, dos Whiteware y una cerámica del tipo Utilitario (para clasificar materiales históricos: Deagan 1987, Moreno 1997, Schávelzon 2001). La observación de la zanja o pozo indica que allí se arrojaron primero fragmentos de mampostería y luego hubo un fuerte relleno con fragmentos menores y con el hueso fragmentado y el carbón; las lozas eran todas menores a un cm, por lo que se descarta que fuera un tradicional pozo de basura. Le damos, en forma tentativa, una función constructiva o estructural de la casa inicial, luego fue rellenada con otros restos que incluían un fogón que al ser trasladada la tierra se fragmentó en pequeñas astillas.
Habitación 2
Puede verse en el plano su ubicación. Existía en el centro de un pequeño agujero de 10 cm de profundidad ubicado en el centro de la misma, el que fue limpiado y regularizado; se observa que debajo del piso de cemento hay un contrapiso de cascotes con cal de entre 5 y 8 cm de profundidad que se apoya directamente sobre la tosca. No hay evidencias de otros estratos u ocupación previa.
Habitación 3
Se trata de un cuarto de 2,50 por 3,50 aproximadamente cuyo piso está hundido dejando a la vista un gran pozo; por lo precario de la situación, agravado por el que allí hubo un apuntalamiento de emergencia hecho en el año 2000 que ahora ha quedado suelto, y que el pozo está en pleno proceso de derrumbe, fue imposible hacer observaciones detalladas.
El pozo mide ahora 1,50 metros de diámetro y está cercano al ángulo sureste de la habitación, tocando los muros. No hay indicación alguna de que haya tenido una bovedilla de clausura, pero el estado actual hace imposible asegurarlo. El pozo original debió medir 1,10 metros de diámetro. La profundidad actual del pozo es de 3,80 metros y en la parte superior hay evidencias del cemento del piso y de derrumbes de sus propios muros; no se observó la presencia de albañal alguno; si en cambio se nota la evidencia de uno de los escalones del pocero. Presuponemos que este pozo es anterior a la casa de 1889, posiblemente coincidente con la del nivel inferior cuyos pisos ya describimos.
La habitación, insólito al estar bajo tierra, tiene ventanas hacia los cuartos contiguos, y en el caso al oeste es reducida ya que hubo una escalera para subir a la planta baja, cuya marca aun está en la pared; debió ser de madera y desapareció hace mucho tiempo.
Habitación 4
En esta habitación, que mide aproximadamente 2,50 por 3,50 metros se encontró en el piso un pequeño agujero rompiendo la capa de cemento alisado. Al ampliarlo y limpiarlo se encontró que estaba construida directamente sobre la tosca con un contrapiso pobre hecho de cascotes. Al estar la ubicada al final de la galería, tiene una ventilación oblicua entre la pared y el techo, de cancelación vieja aunque no antigua. Hacia la habitación contigua hay una ventana de 80 cm que tiene en su base baldosas del francesas del Havre similares a las halladas en la casa antigua, posiblemente reusadas en la construcción de 1889.
Habitación 5
Esta habitación cuadrada de 2,50 metros de lado es otra de las ubicadas en el fondo de la galería, por lo que también tiene una ventilación al exterior ahora clausurada, y ventana hacia el cuarto contiguo. No fue estudiada dado que se hallaba toalmente rellena de tierra, basura, escombro y materiales de obra diversos que impedían todo tipo de estudio, cubriéndola en más de medio metro de alto.
Habitación 6
Este cuarto está apuntalado por la Guardia de Auxilio del Gobierno de la Ciudad. En el centro de ella había un pequeño hundimiento y un agujero que indicaba la presencia de una estructura subterránea. Con las precauciones del caso se procedió a retirar la capa de cemento que formaba el piso para dejar al descubierto un pozo de 1,10 metros de diámetro que debió de haber estado cubierto con una bovedilla de ladrillo de poco peralte, la que al caerse produjo el hundimiento del piso. El pozo se conservó en buen estado y el relleno se hallaba hundido 1.05 metros desde la superficie. Se hizo una limpieza general, se retiró el escombro caído y se hizo un nivel de excavación que mostró un relleno de tierra, básicamente tosca, con escombro y muy poco material cultural. No se excavó más en el interior por lo endeble de toda la estructura (foto 5). Presumimos que este pozo está en relación con la casa de 1889 por su ubicación en el cuarto, lo que luego discutimos. En su interior se hizo una nivelación entre 1,05 y 1,35 metros de profundidad en que se hallaron entre los escombros de la bovedilla y tierra numerosos fragmentos de huesos vacunos, quemados y en pequeños fragmentos, aunque algunos estaban simplemente cortados con serrucho como el caso de una costilla; había tejas, vidrio de botella de ginebra y vino, un fragmento de un azulejo del siglo XVIII, un clavo cuadrado de 6 cm de largo, dos cerámicas Utilitarias, dos lozas Pearlware una de ellas con decoración azul Impresa y un revoque de cal con color blanquecino. El estrato siguiente, definido en los siguientes 5 cm, permitió ubicar varios fragmentos de huesos largos de vacunos, revoque con pintura blanca abajo y verdosa arriba, vidrio de ginebra y de vino, carbón mineral y un par de lozas, una Pearlware y otra Whiteware impresa en azul.
Nicho 1
Se trata de una abertura hecha por el propietario en una pared de la galería (ver plano) a 70 cm del techo, que mide 50 cm de ancho por 60 de alto. Fue abierto atravesando un muro de 40 cm de espesor. Lo que se observa son dos niveles horizontales superpuestos, uno inferior de escombro con gran cantidad de cal y otro superior de tierra negra con pocos restos de demolición. No se hicieron allí más observaciones por no poder ampliar el agujero.
Nicho 2
El denominado Nicho 2 es otro agujero preexistente en la pared de la galería subterránea que mide dos metros de alto por 80 cm de ancho en un muro de 35 cm de espesor. Fue necesario limpiarlo para poder ver la estratigrafía interna y se observa en la parte inferior una capa de tosca que tiene encima tierra negra posiblemente natural (humus) y luego una serie de estratos que incluyen escombro hasta que, a 1,20 metros del piso se encuentra un contrapiso y el piso de baldosas similar al de la habitación 1, salvo por el hecho de que no se aprecia el piso de ladrillo que fue descrito por debajo de las baldosas. Por encima hay dos estratos con una clara separación oblicua producto del proceso de rellenado del sitio, uno de escombro y tierra negra y el otro de escombro con mucha cal (plano 7 y foto 7). Las diferencias en el piso son lo que podemos hacer notar, ya que además de no tener el hecho de ladrillos hay mezcladas baldosas de dos variedades, aunque todas del Havre, unas con bastones en la parte inferior y otras lisas, lo que no ocurre el la habitación 1. Se encontró durante la limpieza dos fragmentos de vidrios planos, un revoque de cal y una moldura con colores de cal blanco amarillento abajo, blanco puro en medio y blanco verdoso arriba.
Nicho 3
Está ubicado en la galería a 1,20 metros desde el piso; allí existe un agujero cuadrado de 60 cm de lado que corta un muro de 55 cm de espesor hecho con ladrillos de 20 x 40 cm (plano 6 y foto 6). La observación muestra dos niveles superpuestos y ligeramente horizontales, separados por un piso de uso quizás esporádico; ambos son rellenos que incluyen cal, ladrillo, tierra negra y tosca en diferentes proporciones. La limpieza del agujero dejó al descubierto una moldura de cal pintada de blanco arriba y un tono blanquecino verdoso abajo, además de un pequeño fragmento de loza Whiteware, proveniente del estrato superior, que entendemos como parte de la demolición de la primera vivienda en el sitio.
Nicho 4
Otra perforación preexistente de 50 cm de lado en la que se observa con detalle lo que suponemos como el relleno superior al piso inicial, de existir éste en el sitio cosa que no fue posible comprobar en ese sitio. El relleno muestra evidencias de ser similar a los anteriormente descritos, es decir el haber arrojado desde arriba y formando montículos que no fueron pisoteados. Hay diferentes estratos con cantidades distintas de cal o escombro chico.
Análisis zooarqueológico 1
Los restos óseos analizados se hallaron en las habitaciones 1 y 6. El total sumó 376 piezas de las cuales se reconocieron 176 de ellas, es decir el 46.8 %, el resto son fragmentos de imposible identificación. El peso total es 1.268 grs. En el relleno de la Habitación 1 se hallaron 23 fragmentos de los que se reconocieron tres de Bos taurus (epífisis proximal de metacarpo de animal adulto), otro de Ovis aries y cuatro son de Mamalia indeterminada de tamaño animal grande y mediano. El índice de fragmentación es de 10.1 cm. En el primer nivel denominado 0 o Piso se hallaron tres fragmentos, uno de Ovis aries (epífisis distal de tibia), dos son de Mammalia indeterminada, de los cuales uno es de tamaño M 2 y el otro entre M 1 y M2 (por ello M?). El índice de fragmentación es de 6.26 cm. En el Nivel 1 se hallaron 18 fragmentos de los cuales se reconocieron quince (89.6 %), los tres restantes son fragmentos imposibles de determinar, los quince son de Mammalia indeterminada. El peso es de 104 grs y el índice de fragmentación de 3.44 cm. Por tamaño se han dividido en M1: 2, M2: 9, M? 4. El nivel 2 resultó estéril desde el punto de vista óseo; en el Nivel 3 se hallaron 101 fragmentos de los cuales se reconocieron 28 (27.7 %), los 73 restantes son fragmentos imposibles de determinar. Las cantidades corresponden a Bos Taurus: NISP y MNI: 1, a Ovis Aries, NISP: 1, MNI: 4. El peso total es de 231 grs y el índice de fragmentación de 3.24 cm. El Bos taurus es un fragmento de epífisis proximal de metatarso de animal adulto y cuatro autopodios de animal adulto. Los de Mammalia indeterminada se dividen por su tamaño de la siguiente manera, M1: 10, M2: 7, M?: 6 con un total de 23 astillas. En el Nivel 4 habían 45 fragmentos de los cuales se reconocieron 27 (60 %). Todos son de Mammalia indeterminada. El peso es de 116 grs y el índice de fragmentación de 3.01 cm. Por tamaño se han dividido en: M1: 1, M2,:10 y M3: 16. En el siguiente Nivel 5 habían en total 131 fragmentos de los cuales se reconocieron 52 (39.7 %), habiendo un Bos Taurus (NISP y MNI: 1) y 51 astillas indeterminadas de Mammalia. El resto de vacuno es un primer premolar de mandíbula derecha de animal adulto. El peso total es de 222 grs y el índice de fragmentación de 3.15 cm. Los de Mammalia indeterminada se dividen por su tamaño de la siguiente manera: M1: 13, M2: 18 y M?: 20.
El sector más trabajado, la denominada Habitación 6, arrojó en el Nivel 1 la cantidad de 64 fragmentos de los cuales se reconocieron 41, todos de Bos Taurus (NISP y MNI: 1) y 13 framentos de Mammalia indet. El peso total es de 318 grs y el índice de fragmentación de 6,05 cm. El resto de Bos taurus es un primer premolar de mandíbula de animal adulto. Los de Mammalia indeterminada se dividen por su tamaño de la siguiente manera: M1: 14; M2: 28, M?: 36.
En síntesis se trata de una alimentación, o al menos un conjunto de restos óseos, que en su enorme mayoría corresponden a ganado vacuno, con una excepción de Ovis aries. Dado el alto índice de fragmentación y lo reducido y sesgado de la muesttra es imposible determinar pautas de consumo o siquiera tendencias, pero la presencia casi absoluta de vacuno coincide con lo observado para esas fechas en las costumbres de comer del siglo XX en la ciudad (Susman 1991; Mayo, Cabrejas y Miranda 1999).
Materiales culturales
Los materiales encontrados son tan pocos que realmente casi nada se puede decir dado que no hubo realmente una excavación sistemática en el sitio; la mayor parte del esfuerzo fue puesto en limpiar, observar, relevar e interpretar. De todas formas lo encontrado en contexto permite hacer suposiciones e incluso algunas interpretaciones. En el pozo de la Habitación 6 se encontró loza y vidrio del siglo XIX lo que es lógico de esperar, en el interior del pozo de la Habitación 1 hubo material constructivo y hueso quemado con carbón que interpretamos de un fogón trasladado con la tierra dado al alto grado de fragmentación, y los pocos objetos identificables son materiales de construcción, lozas y clavos que cubren todo el siglo XIX, y que las entendemos como parte de la obra hecha para edificar la primera casa, es decir la casa de la familia Noble hacia 1820/30. No casualmente los dos únicos fragmentos de cerámicas de tamaño mayor fueron hallados en el relleno del piso de esa habitación, lo hallado bajo el piso mide un centímetro o poco más. Sólo una excavación sistemática puede determinar mayores precisiones para correlacionar la cultura material con las observaciones arquitectónicas y documentales (Schávelzon 1997), pero es impensable con la vivienda en esta situación de riesgo.
Respecto al material óseo estudiado se hallaron 376 huesos o fragmentos de los cuales fue posible identificar casi la mitad de ellos (46.8 %), siendo en su mayoría de vacunos y el resto de ovinos, aunque no se descarta que entre las numerosas astillas hayan otros mamíferos de tamaño medio como los habituales ovinos. De todas formas es evidente que se trata de restos de alimentación del tipo habitual en la ciudad. Ninguno de ellos fue cortado con sierra eléctrica, ni siquiera con sierra, lo que le otorga una cierta antigüedad que parece coincidir bien con el contexto general para los inicios del siglo XIX. El haber estado quemados o calcinados en su mayor parte indica también alimentación ya que es cotumbre el arrojar los huesos al fuego una vez terminada la comida. Pero la fragmentación tan grande y su dispersión entre la tierra y el escombro en el interior de la Cuadrícula 1, son soporte para la idea de que la tierra para rellenar ese pozo fue sacada de algún lado en donde ya estaban esos huesos, y en el traslado se quebraron. ¿Estaba esa tierra en el jardín del fondo donde se arrojaban los restos de la comida y el fuego?, ¿es la comida de la obra de la primera o incluso de la segunda casa?, imposible saberlo; quedan estos y otros interrogantes abiertos.
Algunas ideas que surgen alrededor de una casa de San Telmo
En diversas excavaciones hechas en la zona de San Telmo hemos visto que era habitual el dejar sin tocar los pisos de las casas que se demolían, para colocar los nuevos bastante más arriba. En la Imprenta Coni (Schávelzon y Silveira 1998) logramos reconstruir tanto con la excavación como con los documentos históricos una larga secuencia de edificar y demoler, preservando o usando lo anterior, no sólo por cuestiones económicas sino para lograr una mayor calidad de vida interior: menos humedad, mejor desague, mantener la temperatura estable; para la mitad del siglo XIX se lo hacía también por otro motivo: elevar la casa para darle majestuosidad y perspectiva, es decir, como símbolo de status social. De esa manera simplemente se demolía la casa hasta el nivel del piso, dejando a éste, otros que hubiera debajo, los cimientos y a veces las primeras hiladas de las paredes, todo debajo el relleno para el piso de la casa nueva. Ese relleno es, casi siempre, restos de la demolición de lo precedente, acompañada con los desperdicios de quienes hicieron el trabajo. La casa en Defensa 1460 resulta así un caso similar a lo ya observado.
Resulta poco claro para la actualidad este sistema de circular bajo tierra todo a lo largo de la casa, sólo para que personal de servicio no sea visto entrando y saliendo, o tener esos sótanos de aire enrarecido, pero así era la vida urbana cotidiana en su tiempo (Gutman 1999). Y aun resulta más exraño lograr hacer estudios arqueológicos sin excavar en los pisos de la casa y sin que siquiera se enteren los ocupantes del lugar.
¿Cuál es la diferencia entre esta casa y otras de la ciudad? Posiblemente el túnel o galería de servicio de la casa de los Pontremoli, dejado fuera de servicio al hacer la casa posterior que aun existe superpuesta. Ahora, cerrado y abandonado, presenta una imagen curiosa al observador moderno. Y nos permite penetrar hacia las arquitecturas precedentes sin levantar los pisos de la casa actual.
Por último, queremos usar este caso como un ejemplo de las posibilidades de usar resquicios de todo tipo para hacer observaciones, aunque sean heterodoxas, para intentar una reconstrucción del proceso de transformación de una vivienda urbana. Si la ciudad está en plena demolición, si no hay posibilidades de entrar o trabajar o hay riesgo muy alto y no se puede excavar, incluso si no se permite alterar la vida diaria de los usuarios del inmueble, siempre hay una alternativa válida. Aunque sea tan absurdda como mirar a través de los agujeros en los cimientos hechos por obreros con otros propñósitos: alguien dij que esta fue una “arqueolgía de voayeur”, lo que puede ser cierto. Hubiéramos preferido que esto fuera un caso más de la ya conocida Arqueología de la Arquitectura, pero fue imposible llevarlo a la práctica. En este caso los propios obreros de la construcción, al romper los muros de los cimientos y de la galería del sótano, nos dejaron puertas y ventanas desde las cuales asomarnos al pasado de los vecinos. Obviamente peor es nada.
Bibliografía
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Gutman, Margarita
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Archivos consultados
Museo de la Ciudad, Buenos Aires
Archivo de la ex Obras Sanitarias de la Nación (actual Aguas Argentinas)
Planos de la Inspección General de Obras Públicas y de la Dirección General de Obras Públicas de la Nación
Referencias