Hallazgos arqueológicos en la Casa de Liniers: valvas moluscos y la calera de los Franciscanos
Estas notas tienen por objeto mantener a los interesados en contacto con las excavaciones y hallazgos que se llevan a cabo en el trabajo encarado por la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico, dado el interés que ha despertado este conjunto de los siglos XVII y XVIII debajo de la que fuera la casa del Virrey Liniers en San Telmo. En este artículo, que es el número 25 de la serie y escrito por Mario Silveira y Horacio Padula en el año 2012, se hace mención las valvas de moluscos la calera de los Franciscanos.
Fue sorprendente haber encontrado en la excavación realizada en la Casa del Virrey Liniers más de una decena de conchillas de bivalvos. Estos, si bien el sitio es un contexto que va del siglo XVII al XVIII, fueron asignadas al período Mioceno medio a tardío. Sin embargo, no fueron los únicos restos malacológicos que pudieron reconocerse: se observaron también ocho valvas del pelecípodo Erodona mactroides y una valva de un ejemplar juvenil determinado por el doctor Guido Pastorino (Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”) como Corbula sp. La primera especie es estuarina (que puede soportar la salinidad del mar y también se adapta al agua dulce) mientras que Corbula sp. tiene hábitos marinos.
Estas conchillas pudieron haber sido utilizadas para la producción de cal ya que algunas de las halladas en la Casa de Liniers aún tienen en su parte cóncava restos de ese compuesto. A esto habría que agregar el hallazgo de fragmentos de revoque de cal que contienen restos molidos de valvas.
La forma de obtener cal en la actualidad es a partir de piedra caliza (CaCO3) calcinando la roca en hornos industriales. Esta posibilidad en la época colonial era poco probable que se usara ya que las canteras de esta roca se encuentran en el sistema de Tandilia que, hasta 1880 fue un área que se hallaba bajo el dominio de pueblos indígenas.
Otra forma de obtener cal era a partir de la molienda y quema de huesos, por lo general de mamíferos grandes (Schulz,1987). Sin embargo este método no fue utilizado en la Argentina, al menos para esas épocas, a pesar de la gran cantidad de restos óseos de vacunos que se desechaban.
Una tercera posibilidad es el aprovechamiento de las toscas, que si bien son abundantes en la región, la calidad de la cal producida por este medio es bastante pobre.
Probablemente estos restos de bivalvos se hayan extraído desde los depósitos marinos que afloraban en el barrio de Belgrano. Descriptos por primera vez por Auguste Bravard en 1858, asomaban al pie de la barranca, y se extendían por las calles Mendoza, Olazábal y 3 de Febrero hacía el curso inferior del arroyo Vega que corría por la actual calle Olazábal y en tramos de Blanco Encalada. Fue en las adyacencias de la llanura aluvial de este arroyo donde se produjo la mayor extracción conchífera.
Fuera de los afloramientos en las barrancas se ha registrado este tipo de depósitos marinos a la altura del Puente de la Noria y en las zonas San Pedro, La Plata y Magdalena. También en distintas excavaciones realizadas en esta capital.
Los depósitos ostreros belgranenses llevan el nombre de Formación Pascua (ca. 100.000 años, es decir el Pleistoceno superior) y se han descripto varias especies de moluscos asociados a estos estratos, entre ellas se han reconocido las mismas a que nos referimos mas arriba (G. Pastorino, comunicación personal).
Estos sedimentos fueron explotados por los padres de la Orden Franciscana del Convento de Santa Ursula las Once Mil Vírgenes, que hacia 1726 fabricaron cal en el horno en las tierras que les concedieron en la zona de las barrancas, con el propósito de usarlo para la construcción de un nuevo templo y así reemplazar su antigua iglesia que databa de 1602. No sólo utilizaron esta cal para levantar su propio templo, si no que también se lo vendían a las monjas catalinas para su convento y a los encargados de las obras de la Catedral Metropolitana, destinándose además a otras construcciones de la ciudad.
En ese tiempo en que el actual barrio de Belgrano era llamado “los alfalfares de Rosas”, el área de las barrancas era conocida como “de la Calera”.
Juan Manuel de Rosas utilizó estos restos de conchillas para cubrir las vías de acceso a su residencia de San Benito, como en el “camino a Palermo” (actual Av. del Libertador). (Schávelzon, 1988. pag.3)
Con el tiempo los depósitos marinos que afloraban en la barranca se agotaron, entonces los frailes continuaron trabajando utilizando otra materia prima no tan propicia para la generación de cal: los bancos de tosca de la Formación Ensenada. Hacia 1774 los franciscanos fueron desalojados para volver a obtener la calera al año siguiente hasta que en 1825, los religiosos vendieron la capilla, el horno y la casa en el lugar.
Finalmente, un viajero inglés (1817-1820) que fue el primero en dejar una importante iconografía de Buenos Aires, dejó constancia que “la cal de construcción es de baja calidad y mezclada con conchillas” (Vidal 1999, pag. 49).
Bibliografía
Vidal, Emeric Essex. 1999. Buenos Aires y Montevideo Ediciones Emecé. Temperley, Buenos Aires, Argentina.
Schávelzon, Daniel. 1988. Notas sobre materiales históricos del Caserón de Rosas. C.A.U. Universidad de Buenos Aires.
Schulz, Peter. 1987. Archaeological Evidence for Early Bone Lime Production in Old Town San Diego.Pacific Archaeological Society Quaterly.
Casella de Calderón, Elisa. 1992. Buenos Aires nos Cuenta Nº 21, Barrancas de Belgrano: Mucho más que un Barrio. CPC Impresores. Lanús, Buenos Aires.
Schiavo, Horacio. 1970. Palermo de San Benito. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.