«Arqueología y gestión en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: los hitos de la Memoria Urbana (1996-2000)»
El artículo «Arqueología y gestión en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: los hitos de la Memoria Urbana (1996-2000)» de Daniel Schávelzon (director del Centro de Arqueología Urbana) ha sido publicado en “Arqueología Histórica Argentina”, Actas del 1er. Congreso Nacional de Arqueología Histórica, páginas 683 a 689, Editorial Corregidor, realizado en la ciudad de Mendoza entre los días 9 al 11 de noviembre de 2000, ISBN 950-05-1438-9.
En 1996, por primera vez en la historia de Buenos Aires, fue elegido en democracia un gobierno para la ciudad. Hasta el momento y dado el carácter de capital de la Argentina, Buenos Aires tenía un intendente elegido directamente por el presidente del país. En esa ocasión se estableció en la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires un proyecto cultural diferente a lo que se había hecho hasta la fecha: el Programa por la Memoria1. Ese proyecto, que abarcaba un muy amplio espectro de temas de la cultura, tenía intereses centrados en la recuperación de la memoria de los habitantes de la ciudad, ya no sólo como habitantes de la capital de un país sino como vecinos —ciudadanos– de una ciudad moderna. Se trataba de salir del centro, de los edificios monumentales paradigmáticos y protagónicos de un historia nacional, para centrarse en acciones más simples en toda la superficie de la gran ciudad. A este proyecto se le propuso sumarse a la arqueología.
La arqueología estaba comenzando a actuar en el nivel del municipio en ese mismo momento, aunque estaba en desarrollo en la ciudad desde 19852 pero siempre desde una visión universitaria. Ahora el desafío era integrarse a un proyecto mucho más amplio en el cual la arqueología iba a ser una actividad más en el conjunto, que tenía como fin ayudar a la reconstrucción de la destruida memoria social de la ciudad después de 50 años de dictaduras y falta de protagonismo democrático. Es decir, los proyectos no iban a surgir directamente desde adentro de la propia arqueología, menos aún desde la antropología, sino que ésta iba a sumarse a un esfuerzo colectivo de tipo interdisciplinar. Lo único que en ese momento estaba claro es que no había la intención —ni el dinero— para generar proyectos (en el sentido académico tradicional) de excavación. Y si lo había no era parte de este trabajo, sino de otras acciones que el municipio llevaba a cabo: ¿qué hacer entonces?
La propuesta interdisciplinaria desde los organizadores fue comenzar con un lento trabajo de identificación de Sitios de la Memoria que no necesariamente fueran visibles, pero que tuvieran fuerte raigambre popular; proceder a excavarlos y dejar algún elemento visible para la población que sirviera para despertar preguntas e inquietudes. Lo hallado debía de servir como «disparador» de preguntas, para obligar a la reflexión sobre el pasado y las contradicciones del presente, para observar el cambio social y la dinámica urbana. No era importante para ello que fueran sitios paradigmáticos o altamente significativos, o que fuesen restos de arquitectura u objetos materiales —o siquiera contextos— de alta antigüedad o de gran valor interpretativo, o que tuvieran un origen deposicional impecable. Su función era, primero, servir de elemento de generación de «conflictos intelectuales» creando un impacto emocional al visitante; sólo en segundo lugar tenía por objeto construir conocimientos.
En forma sintética: había que dejar para un lugar secundario lo que siempre había sido el objetivo fundamental de la arqueología. Y habían sólo dos opciones: o se lo hacía así —tratando de mejorar la idea en el camino— o se dejaba el campo libre para que se hiciera lo mismo desde otras áreas del conocimiento. Todo esto, por supuesto, al ritmo enloquecedor con que se trabaja y vive en un municipio corno el de Buenos Aires. A esta difícil situación se debía sumar la falta casi absoluta de personal y de recursos económicos, lo que se resolvió mediante un convenio con el Centro de Arqueología Urbana3 que cumpliría parte de estas tareas, de forma tal de no necesitar duplicar los equipos, personal, depósitos y laboratorio, lo que en ese momento era imposible siquiera de imaginar.
Otro de los principios que quedó establecido fue que las acciones no debían quedar restringidas a los espacios públicos, es decir al dominio municipal. Si bien era más fácil operar en esos lugares, no quedaba descartada la posibilidad de llegar a acuerdos que permitieran hacer trabajos en propiedades privadas siempre que sus dueños dieran luego libre acceso a la comunidad. Es más, el proceso en marcha de privatizaciones y reducción del papel del estado en la sociedad, hacía mejor aún la participación de los sectores privados. A su vez era una manera de comprobar si otros actores sociales eran capaces de sostener compromisos aunque sea a mediano plazo, acerca de lo cual no había comprobaciones reales en estas áreas. Asimismo se acordó colaborar estrechamente con otros municipios del conurbano bonaerense en proyectos de este tipo.
Esta experiencia no estaba totalmente alejada de la arqueología tradicional, la que también ya se estaba haciendo en el mismo Gobierno de la Ciudad. Es decir, se establecían proyectos de mediano o largo plazo los que se llevaban adelante; pero esta nueva idea era precisamente lo opuesto: una experiencia piloto en un intento por generar una forma diferente de tratar el patrimonio desde la arqueología; y algunos de los resultados aún se están procesando ya que la finalización de este trabajo es reciente; cabe aclarar que durante el período en que este trabajo se llevó acabo hubo tres cambios de autoridades políticas, con las consabidas contramarchas, cambios y explicaciones necesarias, que hacen aún más compleja la actividad sostenida.
Algunos ejemplos pueden servir mejor que las explicaciones para entender corno se fue construyendo esta experiencia:
1. La exhibición permanente en Michelangelo
En 1996 se había hecho una excavación en un lugar de interés en el centro de la ciudad: se trataba de un edificio construido hacia 1850 que es usado como restaurante y lugar de baile de tango. La primera propuesta, en 1997, fue hacer en el sitio una serie de vitrinas en las cuales exhibir los objetos recobrados, en especial de los siglos XVIII y XIX, con explicaciones alusivas. Esto fue financiado por la empresa propietaria mientras que se hacía la restauración de los objetos a exhibir, lo que al igual que la museología fue hecha por el CAU. La segunda acción allí fue publicar un libro con los resultados científicos del evento, financiado en forma conjunta entre la empresa y el municipio,4 lo que se hizo al igual que la folletería que se entrega al visitante para explicar la historia del sitio.
En este caso el Gobierno de la Ciudad no actuó como gestor de la investigación arqueológica, sino como dinamizador en la difusión cultural apoyando el trabajo que otra institución científica realizó poco antes.
2. Los pozos de Costa Rica 4001
Este trabajo fue hecho en 1998 gracias a la información suministrada por los responsables de la modificación de una vieja panadería en un moderno bar. En las obras se hallaron dos antiguos pozos de agua, de casi 20 metros de profundidad, que se decidió estudiar y preservar, al igual que el horno original y algunos otros elementos del edificio antiguo. Para estudiar los rellenos de estos pozos fue necesario establecer maquinaria compleja para descender y ascender ya que sólo medían un metro de diámetro y era en extremo peligroso. Se logró hacer un estudio de ellos, fecharlos y explicarlos y se los cubrió con gruesos vidrios iluminados para que sea posible observarlos. Junto a ellos se dejó la maquinaria usada para el descenso y cartelería explicativa. El sitio promueve mucho la visita al lugar lo que se ha transformado en un hito barrial importante.
En este caso el municipio creó un sitio de alto interés histórico con recursos mínimos y compartidos con una empresa privada, en un trabajo arqueológico corto pero de alto impacto.
3. El aljibe del Palacio de las Artes
Este caso fue muy interesante ya que en el inicio del año 2000 se encontró durante las obras de transformación de una antigua residencia construida hacia 1910, en el elegante barrio de Belgrano, un aljibe que tenía un siglo más de historia. En realidad había pertenecido a un hipódromo, que había sido centro alrededor del cual se había creado parte del barrio actual. Este aljibe había sido enterrado al hacer el edificio nuevo y quedó al descubierto al hacer un sótano que sirviera de sala de conferencias para este proyecto privado de galería de arte. En este caso el Gobierno de la Ciudad apoyó la iniciativa con el compromiso de dejar restaurado el aljibe y los objetos expuestos en una vitrina, todo accesible en forma gratuita por el público. El trabajo fue completado rápidamente e inaugurado en un par de meses ya ha habido publicaciones de sus resultados académicos.
4. El Mirador de Ernesto Sábato
Se trataba de un terreno donde había sido demolida una gran casona, última del barrio de Almagro. El imaginario colectivo le otorgaba valor por haber vivido allí un virrey, por lo que se solicitó la intervención municipal. El trabajo, en conjunto con el Programa de Estudios Prehistóricos (CONICET) y el Centro de Arqueología Urbana (UBA), consistió en hacer una investigación histórica detallada encontrando que ese edificio era el que había inspirarlo la famosa novela de Ernesto Sábato titulada Sobre héroes y tumbas, había sido el primer Hospital de Niños y otras funciones importantes en la historia de la ciudad. Se hizo una excavación arqueológica de rescate durante la construcción de los nuevos edificios, se redactó un libro, se exhibieron públicamente los hallazgos y hubo un intenso trabajo social en el barrio por antropólogos sociales. Se logró que sea preservada una parte del muro del frente en acuerdo con la empresa constructora. El libro resultado de los trabajos está ya en prensa.
En este caso el Municipio fue gestor e intermediario entre instituciones, personas del barrio, grupos de vecinos y la empresa constructora sin lo cual hubiera sido imposible lograr la autorización.
5. El aljibe de la casa Marcó del Pont
Este se encuentra dentro de una antigua residencia barrial que está ahora en manos del Gobierno de la Ciudad. Fue entregado al Instituto Histórico en 1999 y en él se instaló la Junta de Estudios Históricos de Flores, además de otros organismos locales dedicados a la cultura. El proyecto municipal proponía realizar una jornada cultural que duraría un día completo, en la cual se harían recorridos históricos por la zona, se dictarían conferencias y otras actividades que movilizaron 600 personas en relación a la casa. En ese oportunidad se nos propuso que la arqueología tuviera alguna presencia, es decir que elaboráramos una propuesta de trabajo de un día de duración que permitiera a los asistentes ver la forma en que se trabaja, el valor de cada objeto por más minúsculo que sea, y de ser posible, recuperar algún elemento de interés para las vitrinas de exhibición que se habían hecho allí; los límites y posibilidades estaban claros.
La propuesta fue excavar el sitio en que suponíamos estuvo el aljibe, información que obtuvimos gracias a la documentación histórica. Esto se hizo, encontrándolo e iniciando el vaciado de su contenido —basura arrojada allí hacia 1980—, para que se proceda a su restauración futura. El montaje de la exhibición ya ha sido completado y puede ser visitado.
Nuevamente fue un trabajo de pequeña envergadura, costos mínimos, de alto impacto en la comunidad, que ayudó a marcar la importancia potencial que tienen sitios como éste al ser asumidos como patrimonio de la comunidad y que despertó inquietudes acerca de su función y el pasado de las instalaciones sanitarias de la ciudad.
6. El aljibe de avenida Garay 2876
Este es un caso diferente, en que un particular solicitó al Gobierno de la Ciudad ayuda para excavar y estudiar un pozo de aljibe encontrado bajo su casa durante las obras de remodelación que estaba llevando a cabo. En este caso, dado que si bien se iba a preservar, no había posibilidad de que quedara accesible por el público; en función de eso sólo se ayudó en su excavación en forma parcial, se estudió el sitio y los materiales recuperados para hacer una interpretación del hallazgo. La excavación se hizo con estudiantes de arqueología y sin costos significativos.
7. El puerto de la ciudad
En este caso la intención era ayudar a los planificadores urbanos que están haciendo la transformación del área portuaria, abriéndola al público y, en gran medida, privatizándola. Para demostrar el potencial que el área tiene como factor integrador de una comunidad que está formada en su enorme mayoría por descendientes de emigrantes, se hizo una exploración del suelo bajo el agua en la Dársena A de Puerto Madero.
La intención en este caso era doble: recabar información acerca de las condiciones subacuáticas en el puerto para futuros trabajos arqueológicos, a la vez que producir un fuerte impacto en los medios de comunicación sobre el valor de este sitio y su potencial para explicar nuestro propio pasado, relacionado con la importación y exportación de materias primas y con la gran inmigración de finales del siglo XIX.
8. El aljibe de la Escuela Fader
Este es un trabajo en proceso; se identificó que bajo esa escuela aún estaba un antiguo aljibe de mitad del siglo XIX, en perfectas condiciones. El edificio había sido construido como residencia de un particular en el barrio de Flores y luego cambió de destino, y el rescate de esta estructura subterránea era interesante para que los estudiantes pudieran reflexionar sobre el funcionamiento doméstico anterior a las aguas corrientes. Es un trabajo que implica el recuperar con pintura y alguna albañilería el sitio, colocar una placa con la explicación y abrirlo al público. Está actualmente en proceso de estudio la continuación del proyecto de puesta en valor.
9. Dos escuelas de la ciudad y sus hallazgos casuales
En este caso se trató de dos hallazgos fortuitos hechos en los respectivos patios de la escuela ubicada en la calle Asamblea 153 y en el Colegio Nacional Mariano Moreno; en el primer caso la visita de otro arqueólogo incentivó a los maestros a excavar por su cuenta el pozo poniendo en riesgo su seguridad y destruyendo el contexto al no ser expertos en el tema. Cuando la Secretaría de Cultura tomó conocimiento suspendió la excavación por el riesgo que implicaba para la seguridad y para el patrimonio cultural, se recuperó el material —del siglo XX—, el cual fue restaurado para su exhibición, se planificó una vitrina para ello y se hicieron los informes técnicos. En el segundo caso los maestros recobraron todo el material que surgió al hacer un arreglo en los pisos del patio —fechados en el siglo XX temprano—, el cual nos fue entregado para su limpieza y tratamiento. Se planeó una vitrina de exhibición y la cartelería adecuada para exponerlos.
La intención en estos casos es que los alumnos revaloricen su propio patrimonio, no importando la antigüedad que éste tenga, y les sirva como elemento de reflexión sobre el pasado y su continuidad en el presente. En ambos casos las acciones del municipio son reducidas pero de fuerte impacto en los respectivos grupos de alumnos y maestros.
10. Exposiciones, conferencias y eventos públicos
La difusión de la arqueología como ciencia y de los avances en este programa fueron considerados prioritarios, ya que sólo con el apoyo de la comunidad se podrá establecer programas arqueológicos de mayor envergadura. Es por eso que se han hecho varias exposiciones, tanto gráficas como de objetos y contextos, en general de material relacionado con la vida cotidiana de la ciudad, en sitios de gran atracción pública: el Museo Fernández Blanco, el Centro Cultural General San Martín, la Casa de la Cultura entre otros. Asimismo se organizan conferencias, charlas, debates públicos y se apoyó la organización de congresos y otros eventos que ayudaron a la difusión de conocimientos tanto entre especialistas como en el público en general.
11. Atención de denuncias y rescate arqueológico
Estas acciones se interrelacionan con la actividad arqueológica tradicional en cuanto al rescate arqueológico, lo que tienen de nuevo es el sistema de respuesta a las denuncias de vecinos. Ocurre que con cierta frecuencia los habitantes llaman para denunciar que se está destruyendo un sitio con contextos arqueológicos, o restos de construcciones bajo tierra, por lo general sin poder determinar exactamente su significación, cronología o intepretación. Estas denuncias, casi siempre hechas en forma anónima y telefónica, se reciben y se les da respuesta en forma rápida, habitualmente en el día. A partir de allí se toman las decisiones acerca de si es necesario y/o posible actuar o si se trata, como es la mayor parte de los casos, de errores o malas interpretaciones de los denunciantes. Pero lo que ha causado buena respuesta de la comunidad es que se les responde en el día o al día siguiente, mostrando que su aporte es considerado importante. Este sistema también se ha implementado por e-mail (correo electrónico) existiendo una dirección electrónica al efecto en el Gobierno de la Ciudad.
12. Los medios de comunicación masiva
La importancia que tienen es indiscutible en una sociedad moderna y más aún en una estructura política como es el gobierno de una ciudad. Asimismo se entiende que la difusión del conocimiento es uno de los papeles que un municipio conlleva. De allí que se hayan establecido líneas de trabajo con los medios masivos (televisión, radio, diarios, revistas) para mantener un nivel de presencia constante de la arqueología, sea para presentar avances, noticias, información de trabajos en curso o los «hallazgos» por los que están tan interesados siempre los medios masivos.
Al margen de este proyecto, es necesario decirlo, sigue existiendo una arqueología municipal más tradicional. El proyecto central en este momento está en el Plano de Potencial Arqueológico de Buenos Aires que se lleva adelante con la colaboración de varias instituciones, elemento fundamental para establecer una normativa efectiva sobre el suelo urbano; otros proyectos como la excavación de la casa más antigua de Buenos Aires, en San Juan 338, sigue en proceso. También se hacen trabajos de rescate ante hallazgos casuales y se mantienen proyectos de excavación sobre investigaciones definidas académicamente. Pero todo esto se hizo en forma a veces paralela, a veces simultánea, con el proyecto de Hitos de la Memoria. Y por supuesto, otros organismos llevan a cabo sus propios proyectos arqueológicos en la ciudad.
Es interesante observar que no todo el campo de la arqueología vio esta experiencia con buenos ojos y en especial desde la ortodoxia de la arqueología académica se levantaron algunas voces que, en síntesis, planteaban que: 1) la arqueología sólo puede hacer proyectos surgidos desde la antropología, 2) que si no era así era mejor no hacerlo, 3) que hacerlo era poner una ciencia (la arqueología) al servicio de otras (aunque fuera la conservación del patrimonio cultural), o 4) que era usar la arqueología en forma de anticuarismo ya que se preocupaba solamente (supuestamente) por sus resultados, hallazgos o por su función social, no por la construcción de conocimientos en respuesta a preguntas surgidas desde la ciencia misma. La realidad del crecimiento de la democracia, del papel de la comunidad, de la importancia del patrimonio cultural y la redefinición del papel de los municipios que se ha producido en los últimos años ha silenciado estas posturas, esperamos que para siempre: es cierto que la arqueología debe cuidar la cientificidad de su trabajo, pero no debe impedir el crecimiento de nuevas experiencias interdisciplinarias en especial en un momento de tantos cambios en la relación con la comunidad, los gobiernos y el patrimonio heredado. Era el inicio del reconocimiento de las obligaciones que la arqueología municipal tiene con la comunidad, lo que en gran parte de América Latina ya ha sido superado, en cuanto a conservar, difundir, usufructuar y darle sentido social a los productos del conocimiento.
De esta forma, este proyecto de interrelación entre la arqueología y el rescate de la memoria urbana se desarrolló como la experiencia de una forma de trabajar con y acerca del pasado. Esto no significa que el municipio deje de hacer otras tareas e investigaciones, sólo implica una nueva dirección recomendable para seguir profundizando en el complejo papel que le toca jugar al gobierno de una ciudad ante la comunidad. Hasta ahora los resultados se han mostrado positivos, habiéndose recabado mucha información significativa en términos científicos, se ha entrenado un equipo de trabajo, se han establecido normas de relación con los habitantes de la ciudad inexistentes antes, se ha hecho una amplia difusión del significado de la arqueología para la sociedad, se han creado sitios de interés en el ámbito urbano y todo ello con recursos humanos y económicos realmente mínimos. Y lo más importante: se ha logrado un alto nivel de reconocimiento por la población acerca de algo que no existía pocos años antes, lo que es el paso necesario para que un gobierno democrático concrete un crecimiento cualitativo de la arqueología urbana municipal.
Notas
- El proyecto fue creado por la Lic. María Sáenz Quesada en 1996 como Secretaria de Cultura, y el director del programa fue el Lic. Juan Ruibal. Luego fue continuado por la Lic. Liliana Barela desde el Instituto Histórico y como Subsecretaria de Acción Cultural. Desde junio 2000 ha dejado de funcionar.
- Para una historia de las excavaciones en Buenos Aires desde 1985 puede verse: Daniel Schávelzon, Arqueología de Buenos Aires, Editorial Emecé, Buenos Aires, 1999 y en La protección del patrimonio arqueológico de la ciudad de Buenos Aires, ponencia en las Jornadas internacionales sobre legislación y patrimonio arquitectónico y urbano de la Ciudad, Buenos Aires, 1998.
- La propuesta de racionalizar los recursos uniendo esfuerzos de diferentes organismos públicos no es habitual en las dependencias públicas en Argentina.
- Daniel Schávelzon y Mario Silveira, Arqueología histórica de Buenos Aires (vol. IV), Excavaciones en Michelangelo, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1998.
El artículo “Arqueología y gestión en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: los hitos de la Memoria Urbana (1996-2000)” de Daniel Schávelzon ha sido publicado en “Arqueología Histórica Argentina”, Actas del 1er. Congreso Nacional de Arqueología Histórica, pps. 683 – 689, Editorial Corregidor, realizado en la ciudad de Mendoza entre los días 9 al 11 de noviembre de 2000, ISBN 950-05-1438-9.
En 1996, por primera vez en la historia de Buenos Aires, fue elegido en democracia un gobierno para la ciudad. Hasta el momento y dado el carácter de capital de la Argentina, Buenos Aires tenía un intendente elegido directamente por el presidente del país. En esa ocasión se estableció en la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires un proyecto cultural diferente a lo que se había hecho hasta la fecha: el Programa por la Memoria (1). Ese proyecto, que abarcaba un muy amplio espectro de temas de la cultura, tenía intereses centrados en la recuperación de la memoria de los habitantes de la ciudad, ya no sólo como habitantes de la capital de un país sino como vecinos —ciudadanos– de una ciudad moderna. Se trataba de salir del centro, de los edificios monumentales paradigmáticos y protagónicos de un historia nacional, para centrarse en acciones más simples en toda la superficie de la gran ciudad. A este proyecto se le propuso sumarse a la arqueología.
La arqueología estaba comenzando a actuar en el nivel del municipio en ese mismo momento, aunque estaba en desarrollo en la ciudad desde 19852 pero siempre desde una visión universitaria. Ahora el desafío era integrarse a un proyecto mucho más amplio en el cual la arqueología iba a ser una actividad más en el conjunto, que tenía como fin ayudar a la reconstrucción de la destruida memoria social de la ciudad después de 50 años de dictaduras y falta de protagonismo democrático. Es decir, los proyectos no iban a surgir directamente desde adentro de la propia arqueología, menos aún desde la antropología, sino que ésta iba a sumarse a un esfuerzo colectivo de tipo interdisciplinar. Lo único que en ese momento estaba claro es que no había la intención —ni el dinero— para generar proyectos (en el sentido académico tradicional) de excavación. Y si lo había no era parte de este trabajo, sino de otras acciones que el municipio llevaba a cabo: ¿qué hacer entonces?
La propuesta interdisciplinaria desde los organizadores fue comenzar con un lento trabajo de identificación de Sitios de la Memoria que no necesariamente fueran visibles, pero que tuvieran fuerte raigambre popular; proceder a excavarlos y dejar algún elemento visible para la población que sirviera para despertar preguntas e inquietudes. Lo hallado debía de servir como «disparador» de preguntas, para obligar a la reflexión sobre el pasado y las contradicciones del presente, para observar el cambio social y la dinámica urbana. No era importante para ello que fueran sitios paradigmáticos o altamente significativos, o que fuesen restos de arquitectura u objetos materiales —o siquiera contextos— de alta antigüedad o de gran valor interpretativo, o que tuvieran un origen deposicional impecable. Su función era, primero, servir de elemento de generación de «conflictos intelectuales» creando un impacto emocional al visitante; sólo en segundo lugar tenía por objeto construir conoci-mientos.
En forma sintética: había que dejar para un lugar secundario lo que siempre había sido el objetivo fundamental de la arqueología. Y habían sólo dos opciones: o se lo hacía así —tratando de mejorar la idea en el camino— o se dejaba el campo libre para que se hiciera lo mismo desde otras áreas del conocimiento. Todo esto, por supuesto, al ritmo enloquecedor con que se trabaja y vive en un municipio corno el de Buenos Aires. A esta difícil situación se debía sumar la falta casi absoluta de personal y de recursos económicos, lo que se resolvió mediante un convenio con el Centro de Arqueología Urbana3 que cumpliría parte de estas tareas, de forma tal de no necesitar duplicar los equipos, personal, depósitos y laboratorio, lo que en ese momento era imposible siquiera de imaginar.
Otro de los principios que quedó establecido fue que las acciones no debían quedar restringidas a los espacios públicos, es decir al dominio municipal. Si bien era más fácil operar en esos lugares, no quedaba descartada la posibilidad de llegar a acuerdos que permitieran hacer trabajos en propiedades privadas siempre que sus dueños dieran luego libre acceso a la comunidad. Es más, el proceso en marcha de privatizaciones y reducción del papel del estado en la sociedad, hacía mejor aún la participación de los sectores privados. A su vez era una manera de comprobar si otros actores sociales eran capaces de sostener compromisos aunque sea a mediano plazo, acerca de lo cual no había comprobaciones reales en estas áreas. Asimismo se acordó colaborar estrechamente con otros municipios del conurbano bonaerense en proyectos de este tipo.
Esta experiencia no estaba totalmente alejada de la arqueología tradicional, la que también ya se estaba haciendo en el mismo Gobierno de la Ciudad. Es decir, se establecían proyectos de mediano o largo plazo los que se llevaban adelante; pero esta nueva idea era precisamente lo opuesto: una experiencia piloto en un intento por generar una forma diferente de tratar el patrimonio desde la arqueología; y algunos de los resultados aún se están procesando ya que la finalización de este trabajo es reciente; cabe aclarar que durante el período en que este trabajo se llevó acabo hubo tres cambios de autoridades políticas, con las consabidas contramarchas, cambios y explicaciones necesarias, que hacen aún más compleja la actividad sostenida.
Algunos ejemplos pueden servir mejor que las explicaciones para entender corno se fue construyendo esta experiencia:
1. La exhibición permanente en Michelangelo
En 1996 se había hecho una excavación en un lugar de interés en el centro de la ciudad: se trataba de un edificio construido hacia 1850 que es usado como restaurante y lugar de baile de tango. La primera propuesta, en 1997, fue hacer en el sitio una serie de vitrinas en las cuales exhibir los objetos recobrados, en especial de los siglos XVIII y XIX, con explicaciones alusivas. Esto fue financiado por la empresa propietaria mientras que se hacía la restauración de los objetos a exhibir, lo que al igual que la museología fue hecha por el C.A.U. La segunda acción allí fue publicar un libro con los resultados científicos del evento, financiado en forma conjunta entre la empresa y el municipio,4 lo que se hizo al igual que la folletería que se entrega al visitante para explicar la historia del sitio.
En este caso el Gobierno de la Ciudad no actuó como gestor de la investigación arqueológica, sino como dinamizador en la difusión cultural apoyando el trabajo que otra institución científica realizó poco antes.
2. Los pozos de Costa Rica 4001
Este trabajo fue hecho en 1998 gracias a la información suministrada por los responsables de la modificación de una vieja panadería en un moderno bar. En las obras se hallaron dos antiguos pozos de agua, de casi 20 metros de profundidad, que se decidió estudiar y preservar, al igual que el horno original y algunos otros elementos del edificio antiguo. Para estudiar los rellenos de estos pozos fue necesario establecer maquinaria compleja para descender y ascender ya que sólo medían un metro de diámetro y era en extremo peligroso. Se logró hacer un estudio de ellos, fecharlos y explicarlos y se los cubrió con gruesos vidrios iluminados para que sea posible observarlos. Junto a ellos se dejó la maquinaria usada para el descenso y cartelería explicativa. El sitio promueve mucho la visita al lugar lo que se ha transformado en un hito barrial importante.
En este caso el municipio creó un sitio de alto interés histórico con recursos mínimos y compartidos con una empresa privada, en un trabajo arqueológico corto pero de alto impacto.
3. El aljibe del Palacio de las Artes
Este caso fue muy interesante ya que en el inicio del año 2000 se encontró durante las obras de transformación de una antigua residencia construida hacia 1910, en el elegante barrio de Belgrano, un aljibe que tenía un siglo más de historia. En realidad había pertenecido a un hipódromo, que había sido centro alrededor del cual se había creado parte del barrio actual. Este aljibe había sido enterrado al hacer el edificio nuevo y quedó al descubierto al hacer un sótano que sirviera de sala de conferencias para este proyecto privado de galería de arte. En este caso el Gobierno de la Ciudad apoyó la iniciativa con el compromiso de dejar restaurado el aljibe y los objetos expuestos en una vitrina, todo accesible en forma gratuita por el público. El trabajo fue completado rápidamente e inaugurado en un par de meses ya ha habido publicaciones de sus resultados académicos.
4. El Mirador de Ernesto Sábato
Se trataba de un terreno donde había sido demolida una gran casona, última del barrio de Almagro. El imaginario colectivo le otorgaba valor por haber vivido allí un virrey, por lo que se solicitó la intervención municipal. El trabajo, en conjunto con el Programa de Estudios Prehistóricos (CONICET) y el Centro de Arqueología Urbana (UBA), consistió en hacer una investigación histórica detallada encontrando que ese edificio era el que había inspirarlo la famosa novela de Ernesto Sábato titulada Sobre héroes y tumbas, había sido el primer Hospital de Niños y otras funciones importantes en la historia de la ciudad. Se hizo una excavación arqueológica de rescate durante la construcción de los nuevos edificios, se redactó un libro, se exhibieron públicamente los hallazgos y hubo un intenso trabajo social en el barrio por antropólogos sociales. Se logró que sea preservada una parte del muro del frente en acuerdo con la empresa constructora. El libro resultado de los trabajos está ya en prensa.
En este caso el Municipio fue gestor e intermediario entre instituciones, personas del barrio, grupos de vecinos y la empresa constructora sin lo cual hubiera sido imposible lograr la autorización.
5. El aljibe de la casa Marcó del Pont
Este se encuentra dentro de una antigua residencia barrial que está ahora en manos del Gobierno de la Ciudad. Fue entregado al Instituto Histórico en 1999 y en él se instaló la Junta de Estudios Históricos de Flores, además de otros organismos locales dedicados a la cultura. El proyecto municipal proponía realizar una jornada cultural que duraría un día completo, en la cual se harían recorridos históricos por la zona, se dictarían conferencias y otras actividades que movilizaron 600 personas en relación a la casa. En ese oportunidad se nos propuso que la arqueología tuviera alguna presencia, es decir que elaboráramos una propuesta de trabajo de un día de duración que permitiera a los asistentes ver la forma en que se trabaja, el valor de cada objeto por más minúsculo que sea, y de ser posible, recuperar algún elemento de interés para las vitrinas de exhibición que se habían hecho allí; los límites y posibilidades estaban claros.
La propuesta fue excavar el sitio en que suponíamos estuvo el aljibe, información que obtuvimos gracias a la documentación histórica. Esto se hizo, encontrándolo e iniciando el vaciado de su contenido —basura arrojada allí hacia 1980—, para que se proceda a su restauración futura. El montaje de la exhibición ya ha sido completado y puede ser visitado.
Nuevamente fue un trabajo de pequeña envergadura, costos mínimos, de alto impacto en la comunidad, que ayudó a marcar la importancia potencial que tiénen sitios como éste al ser asumidos como patrimonio de la comunidad y que despertó inquietudes acerca de su función y el pasado de las instalaciones sanitarias de la ciudad.
6. El aljibe de avenida Garay 2876
Este es un caso diferente, en que un particular solicitó al Gobierno de la Ciudad ayuda para excavar y estudiar un pozo de aljibe encontrado bajo su casa durante las obras de remodelación que estaba llevando a cabo. En este caso, dado que si bien se iba a preservar, no había posibilidad de que quedara accesible por el público; en función de eso sólo se ayudó en su excavación en forma parcial, se estudió el sitio y los materiales recuperados para hacer una interpretación del hallazgo. La excavación se hizo con estudiantes de arqueología y sin costos significativos.
7. El puerto de la ciudad
En este caso la intención era ayudar a los planificadores urbanos que están haciendo la transformación del área portuaria, abriéndola al público y, en gran medida, privatizándola. Para demostrar el potencial que el área tiene como factor integrador de una comunidad que está formada en su enorme mayoría por descendientes de emigrantes, se hizo una exploración del suelo bajo el agua en la Dársena A de Puerto Madero.
La intención en este caso era doble: recabar información acerca de las condiciones subacuáticas en el puerto para futuros trabajos arqueológicos, a la vez que producir un fuerte impacto en los medios de comunicación sobre el valor de este sitio y su potencial para explicar nuestro propio pasado, relacionado con la importación y exportación de materias primas y con la gran inmigración de finales del siglo XIX.
8. El aljibe de la Escuela Fader
Este es un trabajo en proceso; se identificó que bajo esa escuela aún estaba un antiguo aljibe de mitad del siglo XIX, en perfectas condiciones. El edificio había sido construido como residencia de un particular en el barrio de Flores y luego cambió de destino, y el rescate de esta estructura subterránea era interesante para que los estudiantes pudieran reflexionar sobre el funcionamiento doméstico anterior a las aguas corrientes. Es un trabajo que implica el recuperar con pintura y alguna albañilería el sitio, colocar una placa con la explicación y abrirlo al público. Está actualmente en proceso de estudio la continuación del proyecto de puesta en valor.
9. Dos escuelas de la ciudad y sus hallazgos casuales
En este caso se trató de dos hallazgos fortuitos hechos en los respectivos patios de la escuela ubicada en la calle Asamblea 153 y en el Colegio Nacional Mariano Moreno; en el primer caso la visita de otro arqueólogo incentivó a los maestros a excavar por su cuenta el pozo poniendo en riesgo su seguridad y destruyendo el contexto al no ser expertos en el tema. Cuando la Secretaría de Cultura tomó conocimiento suspendió la excavación por el riesgo que implicaba para la seguridad y para el patrimonio cultural, se recuperó el material —del siglo XX—, el cual fue restaurado para su exhibición, se planificó una vitrina para ello y se hicieron los informes técnicos. En el segundo caso los maestros recobraron todo el material que surgió al hacer un arreglo en los pisos del patio —fechados en el siglo XX temprano—, el cual nos fue entregado para su limpieza y tratamiento. Se planeó una vitrina de exhibición y la cartelería adecuada para exponerlos.
La intención en estos casos es que los alumnos revaloricen su propio patrimonio, no importando la antigüedad que éste tenga, y les sirva como elemento de reflexión sobre el pasado y su continuidad en el presente. En ambos casos las acciones del municipio son reducidas pero de fuerte impacto en los respectivos grupos de alumnos y maestros.
10. Exposiciones, conferencias y eventos públicos
La difusión de la arqueología como ciencia y de los avances en este programa fueron considerados prioritarios, ya que sólo con el apoyo de la comunidad se podrá establecer programas arqueológicos de mayor envergadura. Es por eso que se han hecho varias exposiciones, tanto gráficas como de objetos y contextos, en general de material relacionado con la vida cotidiana de la ciudad, en sitios de gran atracción pública: el Museo Fernández Blanco, el Centro Cultural General San Martín, la Casa de la Cultura entre otros. Asimismo se organizan conferencias, charlas, debates públicos y se apoyó la organización de congresos y otros eventos que ayudaron a la difusión de conocimientos tanto entre especialistas como en el público en general.
11. Atención de denuncias y rescate arqueológico
Estas acciones se interrelacionan con la actividad arqueológica tradicional en cuanto al rescate arqueológico, lo que tienen de nuevo es el sistema de respuesta a las denuncias de vecinos. Ocurre que con cierta frecuencia los habitantes llaman para denunciar que se está destruyendo un sitio con contextos arqueológicos, o restos de construcciones bajo tierra, por lo general sin poder determinar exactamente su significación, cronología o intepretación. Estas denuncias, casi siempre hechas en forma anónima y telefónica, se reciben y se les da respuesta en forma rápida, habitualmente en el día. A partir de allí se toman las decisiones acerca de si es necesario y/o posible actuar o si se trata, como es la mayor parte de los casos, de errores o malas interpretaciones de los denunciantes. Pero lo que ha causado buena respuesta de la comunidad es que se les responde en el día o al día siguiente, mostrando que su aporte es considerado importante. Este sistema también se ha implementado por e-mail (correo electrónico) existiendo una dirección electrónica al efecto en el Gobierno de la Ciudad.
12. Los medios de comunicación masiva
La importancia que tienen es indiscutible en una sociedad moderna y más aún en una estructura política como es el gobierno de una ciudad. Asimismo se entiende que la difusión del conocimiento es uno de los papeles que un municipio conlleva. De allí que se hayan establecido líneas de trabajo con los medios masivos (televisión, radio, diarios, revistas) para mantener un nivel de presencia constante de la arqueología, sea para presentar avances, noticias, información de trabajos en curso o los «hallazgos» por los que están tan interesados siempre los medios masivos.
Al margen de este proyecto, es necesario decirlo, sigue existiendo una arqueología municipal más tradicional. El proyecto central en este momento está en el Plano de Potencial Arqueológico de Buenos Aires que se lleva adelante con la colaboración de varias instituciones, elemento fundamental para establecer una normativa efectiva sobre el suelo urbano; otros proyectos como la excavación de la casa más antigua de Buenos Aires, en San Juan 338, sigue en proceso. También se hacen trabajos de rescate ante hallazgos casuales y se mantienen proyectos de excavación sobre investigaciones definidas académicamente. Pero todo esto se hizo en forma a veces paralela, a veces simultánea, con el proyecto de Hitos de la Memoria. Y por supuesto, otros organismos llevan a cabo sus propios proyectos arqueológicos en la ciudad.
Es interesante observar que no todo el campo de la arqueología vio esta experiencia con buenos ojos y en especial desde la ortodoxia de la arqueología académica se levantaron algunas voces que, en síntesis, planteaban que: 1) la arqueología sólo puede hacer proyectos surgidos desde la antropología, 2) que si no era así era mejor no hacerlo, 3) que hacerlo era poner una ciencia (la arqueología) al servicio de otras (aunque fuera la conservación del patrimonio cultural), o 4) que era usar la arqueología en forma de anticuarismo ya que se preocupaba solamente (supuestamente) por sus resultados, hallazgos o por su función social, no por la construcción de conocimientos en respuesta a preguntas surgidas desde la ciencia misma. La realidad del crecimiento de la democracia, del papel de la comunidad, de la importancia del patrimonio cultural y la redefinición del papel de los municipios que se ha producido en los últimos años ha silenciado estas posturas, esperamos que para siempre: es cierto que la arqueología debe cuidar la cientificidad de su trabajo, pero no debe impedir el crecimiento de nuevas experiencias interdisciplinarias en especial en un momento de tantos cambios en la relación con la comunidad, los gobiernos y el patrimonio heredado. Era el inicio del reconocimiento de las obligaciones que la arqueología municipal tiene con la comunidad, lo que en gran parte de América Latina ya ha sido superado, en cuanto a conservar, difundir, usufructuar y darle sentido social a los productos del conocimiento.
De esta forma, este proyecto de interrelación entre la arqueología y el rescate de la memoria urbana se desarrolló como la experiencia de una forma de trabajar con y acerca del pasado. Esto no significa que el municipio deje de hacer otras tareas e investigaciones, sólo implica una nueva dirección recomendable para seguir profundizando en el complejo papel que le toca jugar al gobierno de una ciudad ante la comunidad. Hasta ahora los resultados se han mostrado positivos, habiéndose recabado mucha información significativa en términos científicos, se ha entrenado un equipo de trabajo, se han establecido normas de relación con los habitantes de la ciudad inexistentes antes, se ha hecho una amplia difusión del significado de la arqueología para la sociedad, se han creado sitios de interés en el ámbito urbano y todo ello con recursos humanos y económicos realmente mínimos. Y lo más importante: se ha logrado un alto nivel de reconocimiento por la población acerca de algo que no existía pocos años antes, lo que es el paso necesario para que un gobierno democrático concrete un crecimiento cualitativo de la arqueología urbana municipal.
Notas
1 El proyecto fue creado por la Lic. María Sáenz Quesada en 1996 como Secretaria de Cultura, y el director del programa fue el Lic. Juan Ruibal. Luego fue continuado por la Lic. Liliana Barela desde el Instituto Histórico y como Subsecretaria de Acción Cultural. Desde junio 2000 ha dejado de funcionar.
2 Para una historia de las excavaciones en Buenos Aires desde 1985 puede verse: Daniel Schávelzon, Arqueología de Buenos Aires, Editorial Emecé, Buenos Aires, 1999 y en La protección del patrimonio arqueológico de la ciudad de Buenos Aires, ponencia en las Jornadas internacionales sobre legislación y patrimonio arquitectónico y urbano de la Ciudad, Buenos Aires, 1998.
3 La propuesta de racionalizar los recursos uniendo esfuerzos de diferentes organismos públicos no es habitual en las dependencias públicas en Argentina.
4 Daniel Schávelzon y Mario Silveira, Arqueología histórica de Buenos Aires (vol. IV), Excavaciones en Michelangelo, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1998.