Un detalle del sistema de cimentación del Convento de Santa Catalina en Buenos Aires (excavación 2001)
El artículo titulado “Un detalle del sistema de cimentación del Convento de Santa Catalina en Buenos Aires (excavación 2001)”, escrito por Daniel Schávelzon el 1° de noviembre de 2011, es un informe realizado para el Centro de Arqueología Urbana.
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Durante el año 2001 se hizo una intensa campaña de trabajo en el convento de Santa Catalina, significativo por ser el primer convento de clausura que pudo ser estudiado desde la arqueología, pese a que la mayor parte de su antigua construcción ya había sido demolida. En ocasiones anteriores hemos ido describiendo y analizando diferentes temas producto de esa investigación, aunque por la premura de las obras de rescate mucho quedó sin difundirse ni analizarse, cosa habitual en los trabajos de rescate arqueológico en que las obras superan a los investigadores. Incluso diariamente se observan detalles que, ante la enormidad del trabajo y lo significativo de la arqueología en el lugar, en que hay temas prioritarios, van quedando relegados esos detalles a notas o fotografías. Y el tiempo no alcanza para describir todo lo observado.
En las zanjas hechas por los obreros dentro de las galerías del claustro para hacer instalaciones para el bar y otras futuras actividades, se abrió el piso hasta profundidades que dejaron a la vista el sistema de cimentación interior, gracias a eso fue posible observar detalles sobre las técnicas constructivas que son interesantes para comprender mejor las formas de construir en el siglo XVIII. Todas las zanjas fue relevadas en sus perfiles expuestos.
El perfil estratigráfico básico, repetido en casi toda la superficie interna del edificio y su claustro, se encuadra en una secuencia de eventos que se producen entre los 75 y 120 cm de profundidad hasta llegar a la tosca, tierra natural intocada, arcilla y previa a toda ocupación humana del terreno. Sobre esa tosca original hay una capa de tierra negra, el antiguo humus, que presenta restos de ocupación: algunos huesos de animales (vacunos), cerámicas (que se analizan por separado) y escombro de obra; pero generalmente está limpia, lo que corresponde bien a la documentación histórica que indica que el sitio casi no estaba ocupado y por eso sirvió para una obra de estas dimensiones. La única referencia que tenemos sobre construcciones previas en la manzana es una que habla de “una casita” al parecer ubicada en el lugar donde luego se construyó la iglesia (Peña 1910-IV: 436). Sobre ese nivel de piso original el constructor colocó una capa de polvo de ladrillo de unos 2 cm de espesor, compactada. Esto, que en los perfiles parece un piso antiguo justo sobre la tierra negra, es una técnica constructiva muy hábil para emparejar el suelo, afirmarlo y aislar (relativamente) la humedad. Igualmente no había muchas otras opciones para lograr eso.
Sobre esa capa se colocó otra de unos 30 cm de espesor de tosca usada como relleno, limpia de restos culturales y que fue una gran operación de nivelación del terreno, digna de ser tomada en cuenta por el volumen que significó hacerlo en media manzana al menos. Encima de ésta se colocó una nueva capa de polvo de ladrillo de dos centímetros y de allí para arriba tenemos los rellenos y evidencias de uso desde el siglo XVIII a la actualidad; este nivel superior habitualmente está totalmente alterado por las obras de la década de 1970. El esquema se repite con variedades en todas las áreas excavadas o que quedaron en exposición por los trabajos en el lugar.
Las zanjas hechas en los terrenos exteriores al área construida, mostraron un perfil estratigráfico diferente ya que no hay los niveles de polvo de ladrillo ni la tosca revuelta superior. Y hay objetos cerámicos que son anteriores incluso a la obra en estratos altos, producto de las muchas alteraciones que hubo con el tiempo. Es evidente que su constructor, Narbona, sólo niveló e impermeabilizó las zonas de los dos claustros y no lo que iba a estar destinado a huerta o cementerio. En este caso, al hacerse el bloque que iba hacia la calle Reconquista en 1808, se colocaron dos capas de tierra con escombro para lograr el nivel del terreno deseado, 80 cm arriba del humus original.
Un detalle que resulta por demás interesante es que en los cimientos de la construcción se usó alquitrán para hacer impermeable la estructura. Este era colocado sobre un burdo revoque de cal en forma casi de una pintura. Pero sólo en el nivel coincidente con la tierra negra, no con la tosca superior, de forma que ahorraban material en las zonas en que la arcilla que antes describimos debía ser de por sí bastante impermeable. El sistema, sin ser sofisticado, implica un hábil manejo de los materiales y de la construcción de edificios de calidad edilicia.
Es cierto que el petróleo natural, que aflora en muchos sitios, era usado en la colonia para recubrir cascos de barcos y para otras funciones similares, incluso para el interior de vasijas. Su nombre habitual era “la pez” y se lo encontraba en forma de espesas lagunas o manchas que afloraban del subsuelo en las zonas petroleras, especialmente en San Juan y Mendoza. Pero hasta la fecha jamás lo habíamos visto para esa fecha usado en un cimiento; la suposición era que no se lo había implementado hasta el siglo XIX por no disponer del material en tal cantidad. Esto es una buena muestra de que a mitad del siglo XVIII ya se lo traía del interior en grandes cantidades. Las zanjas hechas en el interior de las galerías del claustro, que aquí se ilustran, muestran el recubrimiento con este material sobre los ladrillos y juntas de la cimentación.
Bibliografía
Millé, Andrés
1955 El monasterio de Santa Catalina de Sena de Buenos Aires, 2 volúmenes, edición del autor, Buenos Aires.
Peña, Enrique
1910 Documentos y planos del período edilicio colonial de Buenos Aires, tomo IV, Municipalidad de la Ciudad, Buenos Aires.
Schávelzon, Daniel
1991 Arqueología histórica de Buenos Aires, La cultura material porteña de los siglos XVIII y XIX, Corregidor, Buenos Aires.
2003 Los trabajos arqueológicos, en: Excavaciones arqueológicas en el ex convento de Santa Catalina de Sena, Dirección General de Patrimonio, Secretaría de Cultura, Gobierno dela Ciudad de Buenos Aires; en: www.iaa.fadu.uba.ar/cau/?p=3777
2005 Cien botellas: un hallazgo casual en el convento de Santa Catalina de Buenos Aires(excavación de 2001), http://www.iaa.fadu.uba.ar/cau/?p=4000
2011 ¿Un exorcismo no reglado en el convento de Santa Catalina durante el siglo XIX (Buenos Aires)? en: Cuba Arqueológica, año IV, no. 1, pp. 65-72, www.cubaarqueologica.org
Schávelzon, Daniel y Mario Silveira
2005 La vida cotidiana en un convento colonial: Santa Catalina de Sena a través de la arqueología, Mundo de Antes vol. 4, pp. 105-126, Tucumán.
2006 La vida cotidiana en un convento colonial: Santa Catalina de Sena a través de la arqueología, en: Estudios de Arqueología histórica: investigaciones argentinas pluridisciplinarias, pp. 171-186, Museo de la Ciudad, Río Grande.