Hallazgos arqueológicos en la Casa de Liniers: una roca ígnea en la excavación de la Casa del Virrey Liniers
Estas notas tienen por objeto mantener a los interesados en contacto con las excavaciones y hallazgos que se llevan a cabo en el trabajo encarado por la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico, dado el interés que ha despertado este conjunto de los siglos XVII y XVIII debajo de la que fuera la casa del Virrey Liniers en San Telmo. En este artículo, que es el número 29 de la serie y escrito por Odlanyer Hernández de Lara, Horacio Padula, Eva Bernat y Ricardo Orsini en el año 2012, se hace mención al hallazgo de una roca ígnea en la excavación de la Casa del Virrey Liniers.
Una temática escasamente abordada en la arqueología de la ciudad de Buenos Aires es la referente al estudio del material lítico. En la arqueología histórica porteña es frecuente hacer hincapié en los artefactos de cerámica, vidrio o incluso los metales, pero las rocas suelen ocupar un lugar menos privilegiado, tal vez por su escasa presencia en los contextos excavados1. A ello se suma la ausencia de la “piedra” como materia prima en las cercanías de la urbe, lo que implicó que otros recursos fueran más utilizados para las construcciones, aunque poco a poco se comenzó a traer desde diversos lugares. Al parecer, las rocas provenientes de Europa, como lastre de las embarcaciones, fueron las primeras utilizadas. Luego comenzarían a explotarse las canteras dela Isla Martín García. Pero también llegaron de Uruguay y hacia la segunda mitad del siglo XIX se sumó la zona de Tandil.
En el caso de los trabajos arqueológicos llevados a cabo en la Casa del Virrey Liniers, una de las piezas encontradas de este material fue un bloque de grandes dimensiones que alcanza un peso de 48 kilogramos. La roca fue hallada en la cuadrícula F-1, en un contexto de relleno que parece haber sido producto de alguna modificación del subsuelo, ya que se pudo observar un corte intencional del sedimento que parece delimitar un espacio concreto, así como la destrucción del muro contiguo.
La consulta a la geóloga especialista Dra. Sonia Quenardelle, del Departamento de Ciencias Geológicas (Facultad de Ciencias Exactas y Naturales dela Universidad de Buenos Aires), confirmó que corresponde a una roca ígnea (granito rosado) que, por sus características, no vendría de la isla Martín García.
La falta de información o la “no información”, también puede aportar a la arqueología. El hecho de conocer que la roca no proviene de la isla Martín García nos proporciona una posible cronología y también algunas posibilidades de su origen2. La isla Martín García fue uno de los primeros lugares explotados como cantera para abastecer a la naciente urbe porteña. En cambio, la zona de las Sierras Septentrionales de Tandilia fue explotada mucho después, por un simple motivo: era territorio indígena. Hasta la denominada Conquista del Desierto que incorporó esta región a la nueva nación, no se comenzó a explotar con sistematicidad con la gran ayuda del ferrocarril. Ello implica que si la roca encontrada proviene de Tandilia, entonces su cronología corresponde a la segunda mitad del siglo XIX, lo que perfectamente coincide con el contexto excavado, teniendo en cuenta que en ese sector se hallaron objetos hasta del siglo XX, mezclados con ladrillos del XVIII. No obstante, otra posibilidad es que haya venido de Córdoba, otro de los sitios donde se explotaron canteras desde muy temprano.
En cuanto a su funcionalidad, las hipótesis que manejábamos eran en esencia dos. Por una parte, la idea de que pudiera haber formado parte de la pavimentación de alguna calle de la ciudad, teniendo en cuenta que desde 1780 se había intentado efectivamente empedrar la primera calle de Buenos Aires (Bolívar). Y aunque existían varios tipos de empedrados, el más burdo y barato, denominado empedrado bruto, que utilizaba rocas de cualquier forma y tamaño y era asentado sobre arena de río, no llegaba a emplear piedras de este porte. ¡Son casi 50 kg! Aunque se llegaron a utilizar baldosones de 40 cm de ancho y hasta 2 m de largo3, estos eran formatizados a partir, usualmente, de la llamada piedra de Hamburgo, que llegaba como lastre.
Por otra parte, la segunda hipótesis, que creemos más factible, es que se hubiera utilizado como parte de algún cimiento, donde luego se asentarían las hiladas de ladrillos que levantarían los muros de los inmuebles. Si bien esto no es muy común que se encuentre en Buenos Aires, en una reciente excavación arqueológica en la iglesia de San Ignacio de Loyola se hallaron los cimientos de una sección demolida del templo con rocas de semejante tamaño y algunas aún mayores4, dispuestas con un aparejo de conchillas, que pudo compararse con los cimientos de uno de los muros perimetrales de la iglesia y coincidieron a la perfección. Esta era una técnica muy utilizada por los jesuitas, pero en Buenos Aires era más complicado de aplicarla, precisamente por la distancia de la que había que trasladar las piedras.
Pero, en el caso de haberse utilizado como cimiento, ¿cómo llegó esta roca hasta aquí?, considerando que en ninguno de los muros hallados se utilizó este tipo de cimentación y el hecho de no constituir un objeto de fácil movilidad. Podría haberse traído como relleno para ese sector, donde se encontraron muchos fragmentos de ladrillos sueltos, revoques de paredes (incluso algunos con restos de pintura) y hasta lozas, vidrios y una tapa de alcantarillado hecha de hierro fundido de inicios del siglo XX. Lo cierto es que sigue siendo una incógnita; lo que sabemos es que es algo distinto, poco usado en Buenos Aires y que implicó mucha inversión de trabajo para traerla, de cualquier parte que sea. La conformación de la ciudad en la colonia y luego con la república conectó muchos lugares, más o menos distantes, en busca de materias primas u objetos que para la sociedad porteña fueron exóticos, aunque ello no los hacía inalcanzables.
1 Recientemente se exploró esta temática en un texto dedicado en exclusivo a ello, de la autoría de Daniel Schávelzon (2011): Lítica histórica. La piedra en Buenos Aires en los siglos XVI al XX, usos y tecnologías, Centro de Arqueología Urbana, inédito.
2 Una de las cuestiones que dificultan la identificación de las canteras de proveniencia de estas rocas es que todas estas áreas pertenecen a una región geológica mayor que se conoce como cratón del Río dela Plata, que incluye incluso a Uruguay.
3 Para más información sobre el tema de los empedrados y otros usos de las rocas en Buenos Aires, consultar el libro de Daniel Schávelzon: Arqueología histórica de Buenos Aires. La cultura material porteña de los siglos XVIII y XIX. Editorial Corregidor, Buenos Aires, 1991.
4 Las rocas encontradas en la Iglesia de San Ignacio son de un tipo distinto al encontrado en la Casa del Virrey Liniers. En ese caso corresponden a una roca metamórfica (anfibolita), que podría provenir de la isla Martín García.