Teyú Cuaré: Prólogo de Randall H. McGuire
El presente texto es el prólogo realizado por Randall H. McGuire (Profesor Emérito de Arqueología) para el libro “Teyú Cuaré: Arqueología de un refugio nazi en la Argentina”, de Daniel Schávelzon (Director del Centro de Arqueología Urbana) y Ana Igareta, editado por Editorial Paidos, cuenta con un total de 456 páginas -32 de ellas a color- en un formato de 23 x 15 centímetros, bajo el ISBN 978-950-12-9526-9. Ha sido publicado en la Ciudad de Buenos Aires en mayo de 2017.
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Muchas películas de horror se inician con un grupo de arqueólogos excavando ruinas antiguas. La emoción se acumula a medida en que cuidadosamente quitan arena y cepillan el suelo a medida en que descubren objetos maravillosos. Y de repente despiertan algo malicioso, un mal que los envuelve y ataca, que es cuando la alegría se transforma en horror.
De varias maneras las excavaciones de Ana Igareta y Daniel Schávelzon con su múltiple, polifacético e interdisciplinario equipo de investigadores, reflejan esa imagen tan difundida: descubrieron una forma de maldad oculta. Sus excavaciones de ninguna forma liberaron ese mal, por el contrario, usaron la arqueología para mostrarnos una forma de la maldad que se mantuvo oculta por décadas. De esa forma el conocimiento de un conjunto de edificios escondidos en una remota región de la selva en Teyú Cuaré, donde la naturaleza ayudó a preservar el misterio, por fin se abrió. Edificios, muros, terrazas, construidas en piedra en un estilo exógeno, con sistemas defensivos en un sitio inaccesible, al grado que nadie pudo explicar hasta ahora quién construyó estas estructuras o cuándo fueron hechas. ¿Las hicieron los misioneros jesuitas de los siglos XVII o XVIII? ¿Albergaron solamente contrabandistas locales o pescadores? ¿O son restos de la Guerra de la Triple Alianza? El trabajo de Schávelzon e Igareta muestra que no son ruinas de un remoto pasado. Analizaron la arquitectura y la cultura material para poner en evidencia un secreto guardado celosamente: que estas construcciones están conectadas, al menos en gran parte, al nazismo –local o importado-, del Tercer Reich vencido en 1945.
Los arqueólogos usan sus conocimientos para estudiar el mundo material. La gente vive en un mundo que implica interacciones incesantes y variadas entre las personas, los objetos y el entorno. La gente puede suponer que ese mundo es de una forma ya establecida, sin embargo lo transformamos con nuestro comportamiento, con el pensamiento, y aún cuando nuestros deseos y acciones no sean la de cambiarlo. La arqueología explora el impacto del mundo material en las más diversas formas y campos de la vida humana. Este saber permite entender cómo los objetos y paisajes han sido parte de la vida humana y de sus actos, de sus emociones y relaciones para hacer y transformar la sociedad y su cultura, desde los tiempos más remotos hasta el presente. Y de esa manera ese hacer se transforma en político cuando los arqueólogos aplican su conocimiento para construir críticas globales e introducen cambios en él 1. Este libro es una muestra de ese accionar.
Las películas de horror también implican la imagen popularizada de los arqueólogos como científicos aislados estudiando el lejano pasado, pero este libro no lo hace. Pero si de todas formas puede parecer que entra en ese estereotipo el trabajo realizado muestra rápidamente un creciente cuerpo de evidencias e investigación sobre el mundo contemporáneo 2. Los arqueólogos usaron sus conocimientos para estudiar un ancho espacio de los siglos XIX y XX, lo que hoy explora la más moderna arqueología, que incluye hechos no tradicionales como son los edificios y casas abandonadas3, las fronteras recientes 4, los conflictos étnicos urbanos 5, las tumbas colectivas 6, guerras 7, desastres naturales 8 o la basura 9. E incluso el estudio de los regímenes totalitarios y tantas otras acciones brutales que ha vivido nuestro mundo en el último siglo.
El quehacer de la arqueología les da a los arqueólogos el privilegio de hacer estudios creativos de temas críticos de la modernidad incluyendo la política, el patrimonio, la vida cotidiana, los derechos humanos, el tiempo y el deterioro. Con su énfasis en el pasado reciente esa arqueología está bien posicionada para unirse con otras disciplinas como la geografía, la historia, los estudios patrimoniales y el arte. Los arqueólogos de la modernidad estudian el mundo material que forma parte tanto de la experiencia vivida al igual que de la memoria reciente. Manejan la materialidad (objetos, ruinas, fotos o medios digitales) para atraer a una larga serie de públicos y ayudar a la gente a pensar críticamente nuestras sociedades. Y esto se hace en este libro.
El gran desafío de la arqueología contemporánea ha sido el producir micronarrativas concretas y definidas de casas, fábricas, eventos, granjas, ruinas. Ellas proveen el sustento local para un pensamiento global. Se piensa en los detalles minúsculos para demostrar la experiencia mundana de los procesos de larga duración. En Teyú Cuaré los arqueólogos revelaron la vida cotidiana de posibles refugiados nazis conexos con la huida tras su derrumbe en Europa, y sobre las relaciones de Argentina con la Alemania del nazismo. Y eso, aunque sea un único lugar en la inmensidad nacional, es mucho.
La arqueología actual siempre trabaja con textos (documentos del gobierno, diarios, libros, mapas, revistas y tantos otros). En Teyú Cuaré los investigadores encontraron una estructura sólo marcada en un mapa de 1943 pero luego ninguna otra referencia documental hasta una nota periodística de 1976, la que dio a conocer el lugar. Los documentos no necesariamente solucionan los misterios y eso no debe sorprendernos. Hay un misterio porque los que lo perpetraron buscaron ocultar lo que se había hecho y la maldad encerrada en el lugar. En la Argentina moderna la construcción de casas y otras estructuras generan documentos, censos, papeles por recaudación impositiva, acciones transcurridas en el sitio, permisos de construcción. Aquí los constructores ocultaron una realidad física expresada en piedra, madera y vidrio, envuelta en un fuerte silencio documental. Crearon un silencio intencionalmente y seguro que hacerlo llevó un gran esfuerzo.
El trabajo arqueológico está particularmente bien capacitado para descubrir secretos, como el de un refugio nazi. No se asusta por los silencios documentales. Los métodos de la arqueología ponen al descubierto, corren la tierra, la vegetación y los detritos que oscurecen el material arqueológico, la evidencia material de la vida humana. La arqueología puede descubrir y usar lo que la gente intencionalmente escondió, como las fotografías dentro de una lata de dulce de membrillo encerrada en una pared de piedras. Y más importante aún, la gente da por seguro la desaparición de lo descartado de su vida diaria, lo arrojado a la basura, lo que nos da acceso a sus secretos, como en este caso un gran conjunto de objeto de origen alemán y centro-europeos, sean porcelanas, municiones, monedas, tulipas o botones.
Los arqueólogos estudian objetos, arquitectura, el entorno natural y cultural y otros aspectos del mundo en que vivimos. En sus excavaciones registran la posición de las cosas. Se describen las características de cada una y se observa su relación con el espacio y tiempo. A partir de esas observaciones se puede reconstruir la fecha de los hechos, el uso de las cosas, las actitudes de consumo, las construcciones y los paisajes, los estilos y modas de los objetos y las expresiones ideológicas que conllevan. Con esos datos los autores han podido intentar explicar el misterio de Teyú Cuaré.
No nos llega como una sorpresa saber que a la derecha nacionalista argentina le interesó construir un refugio para algún (o algunos) nazis, o al menos para ofrecérselo aunque no llegaran a usarlo, en un oscuro y remoto rincón de la Argentina. Todos sabemos que muchos nazis alemanes y croatas huyeron al colapso del Tercer Reich y vinieron a refugiarse entre la amplia colonia alemana del país. No todos, pero muchos lo hicieron con la ayuda o al menos con el acuerdo de organismos y personas en los gobiernos de turno locales y nacionales. El más famoso fugitivo –que no tuvo necesidad de esconderse mucho-, fue sin duda Adolf Eichmann10. Su captura libró rumores acerca de otros jerarcas como Martin Bormann, que erróneamente se creyó que se había refugiado precisamente en Teyú Cuaré.
Por lo tanto, podemos preguntarnos qué nos dice la arqueología de Teyú Cuaré que no supiéramos. Este estudio se conecta con la fascinación que provoca en la arqueología actual las ruinas y el deterioro por sí mismo. Esa arqueología es un fenómeno interesante más que un medio para obtener nueva información. El interés tanto popular como académico por ruinas y deterioros va más allá, llegando al arte y la imaginación. Se manifiesta en los grandes libros de fotografías o los sitios Web con ruinas modernas, sitios abandonados, almacenes, negocios, sitios industriales y hasta casas olvidadas, todos restos del mundo moderno. Algunos académicos han denominado eso “la pornografía de las ruinas” porque muestran de forma sensacionalista el deterioro de la modernidad, como si fuera parte de su destino prefijado. Las ruinas implican misterio y atraen a la gente. Esa fascinación llevará a la gente a las ruinas de Teyú Cuaré pero allí el misterio ha sido parcialmente resuelto. Una vez allí la gente podrá relacionar el lugar con las interpretaciones, con el pensamiento crítico necesario para entender ya no sólo un refugio nazi sino el largo proceso de la política del fascismo en la Argentina. Haber logrado eso es un gran paso para la sociedad local y nacional.
La arqueología de lo contemporáneo excede la arqueología de la vida cotidiana. Los arqueólogos tienen un compromiso creativo con los objetos ordinarios para llevarlos a revelar detalles íntimos sobre la vida mundana de la gente que estudian. Esos detalles pueden ser fuertes para la sociedad, golpeando su experiencia cotidiana. Enfrentarse a lo inesperado, haciendo realidad lo difuminado, materializando la maldad del nazismo argentino. La arqueología de lo cotidiano en Teyú Cuaré puso en evidencia “la banalidad del mal” de Arendt. Con esto quiero decir entender la vida normal de individuos, o de quienes estuvieron de acuerdo con ellos, que realizaron atrocidades terribles para la humanidad. Gente que ya aquí trató con todos su esfuerzo de mantener una vida germana incluso en un refugio escondido, una cotidianeidad urbana europea en medio de la selva. Se sentaron en la mesa con vajilla alemana que hiciera recordar su tierra o al menos alguien les preparó un lugar donde hacerlo, enterraron y guardaron una colección de monedas de países europeos invadidos y destruidos, arrasados, postales y fotos y recortes de diarios que indican que pese a todo sentían nostalgia por ese pasado perdido. Son emociones humanas banales que cualquiera puede tener. Pero nosotros sabemos más. Porque los símbolos como las esvásticas o las camisas pardas y nuestro conocimiento histórico sobre Hitler y Mussolini nos enfrentan con la maldad que ese refugiado cometió en Europa. Porque no fue el diablo o exóticos demonios los que lo hicieron, fueron personas no muy diferentes de nosotros mismos y eso es lo que jamás debemos olvidar.
Los arqueólogos de la modernidad han hecho un extenso trabajo sobre los estados totalitarios y los derechos humanos. Esos esfuerzos han tenido tres focos: iluminaron las estrategias materiales que apoyaron y sostuvieron a los dictadores, proveen evidencia incriminatorias en las cortes legales, y crean memoria para ayudar al difícil proceso de rescate de las víctimas y sus familiares, para recordarnos los derechos que tenemos como serse humanos. Los arqueólogos argentinos han sido líderes mundiales en este aspecto. La mayor parte de su trabajo se ha centrado en las dictaduras militares de la década de 1970. El Equipo Argentino de Antropología Forense hizo algunas de las primeras excavaciones de tumbas sin nombre en el mundo para identificar desaparecidos y llevar apoyo y justicia a sus familiares. Y hubo muchos otros estudios en el país en centros de detención y tortura. En Teyú Cuaré, Schávelzon, Igareta y sus colaboradores continuaron estos estudios sobre el totalitarismo y los extendieron en el tiempo hacia un pasado no tan lejano, en que la Argentina y sus gobiernos fueron soporte del fascismo nazi.
Hoy, los visitantes al parque, al revés de un guión de una película de terror, pueden caminar sin miedo sobre estas ruinas. Los demonios que los arqueólogos pusieron en evidencia no los van a atacar. Porque se los va a enfrentar con una historia que jamás debe ser olvidada. Una historia hecha por hombres y mujeres como nosotros, pero diferentes, por lo que tenemos que estar prevenidos para que no vuelva a suceder jamás.
REFERENCIAS
1 Randall H. McGuire, 2008, Archaeology as Political Action, University of California Press, Berkeley.
2 Rodney Harrison y John Scofield, 2010, After Modernity: Archaeological Approaches to the Contemporary Past, University of Oxford Press, Oxford. Paul Graves-Brown, Rodney Harrison y Angela Piccini (editores), 2013, The Oxford Handbook of the Archaeology of the Contemporary World, University of Oxford Press, Oxford.
3 Leila P. Yazdi, 2010, Public and Private Lives in Iran: An Introduction to the Archaeology of the 2003 Bam Earthquake, Archaeologies, vol. 6, no. 1, pp. 29-47. Alfredo González-Ruibal, 2005, The Need for a Decaying Past: an Archaeology of Oblivion in Contemporary Galicia (NW Spain), Home Culture, vol. 2, no 2, pp. 129–152.
4 Randall H. McGuire, 2013, Steel Walls and Picket Fences: Rematerializing the U.S.- Mexican Border in Ambos Nogales, American Anthropologist vol. 115, no. 3, pp. 466-480. Jason de Leon, 2015, The Land of Open Graves: Living and Dying on the Migrant Trail, University of California Press, Berkeley.
5 Laura McAtackney, 2011, Peace Maintenance and Political Messages: The Significance of Walls During and After the Northern Irish Troubles, Journal of Social Archaeology, vol. 11, no. 1, pp. 77-98.
6 Layla Renshaw, 2011, Exhuming Loss: Memory, Materiality and Mass Graves of the Spanish Civil War. Left Coast Press, Walnut Creek. Mauricio Cohen Salama, 1992, Tumbas anónimas: informe sobre la identificación de restos de víctimas de la represión ilegal, Equipo Argentino de Antropología Forense, Catálogos Editora, Buenos Aires.
7 Alfredo González-Ruibal, 2016, Volver a las Trincheras. Una Arqueología de la Guerra Civil Española, Alianza, Madrid.
8 Shannon Lee Dawdy, 2010, Clockpunk Anthropology and the Ruins of Modernity, Current Anthropology, vol. 5, no. 6, pp. 761-795
9 William Rathje y Cullen Murphy, 1992, Rubbish! The Archaeology of Garbage, Harper Collins Publishers, Nueva York.
10 Hannah Arendt, 1963, Eichmann in Jerusalem: A Report on the Banality of Evil, Viking Press, Nueva York.